COMENTARIO A PARÁGRAFO 7 (primera parte)


Los requerimientos epistemológicos que motivaron la investigación fenomenológica sobre la constitución de la vivencia de sucesión
 
Primera parte:
Las posiciones precedentes

 
Verónica Arís

 
1.      La pregunta husserliana
 
El surgimiento de los estudios sobre el tiempo inmanente debe estudiarse en vistas al modo con el cual el epistemológico concepto de evidencia va motivando la constante revisión descriptiva y metodológica del trabajo husserliano. Sabemos que la fenomenología no aparece sin más como un nuevo modelo explicativo de la conciencia. Sabemos que, por el contrario, sus planteamientos son posibles, mutatis mutandi, de la mano de su método, el cual le va abriendo camino en tanto filosofía primera.
 
            De manera que, si nuestro intento es comprender de modo viviente las razones que fueron dando vida a la fenomenología husserliana, hemos de preguntarnos: ¿Qué aspectos conceptuales definieron el primer escenario de razones y preguntas respecto del tiempo, sobre todo en vistas a la investigación de la vivencia de sucesión, motivando la fenomenológica exigencia de evidencia y subsecuentemente la posición epistemológica de la fenomenología? En otras palabras ¿qué tipo de decisiones toma Husserl en sus comienzos con el fin de ofrecer una mejor aproximación a todas aquellas perplejidades que no habían podido ser resueltas desde la visión precedente?
 
            Ordenemos el panorama del texto. (i) Sabemos que los estudios husserlianos sobre el tiempo son estudios que nunca llegaron a concretarse en una obra sistemática. (ii) También sabemos que a lo largo de su vida Husserl toma diferentes perspectivas para su análisis intencional en torno a la temporalidad de la conciencia. (iii) Y sabemos que el libro que estamos leyendo corresponde a lo que podría llamarse el primer ordenamiento de sus primeros apuntes sobre el tiempo, muchos de ellos correspondientes a la cuarta unidad del curso dictado en el semestre de invierno 1904-1905. Pero se ha de saber que sus preguntas sobre el tiempo de la conciencia se remontan a 1893, y que incluso ya por esos años la necesidad de la reducción fenomenológica comienza a aparecer. Por lo tanto, el campo de preguntas y razones que motivan y muestran el progreso de la discusión fenomenológica del libro que estamos leyendo son todas aquellas hojas desde los años 1893-1911. Pero si la fenomenología trascendental es así definida en 1913: ¿Qué puede haber de fenomenológico en los textos anteriores a esa fecha? La importancia de un estudio que recupere la génesis histórica de la fenomenología no descansa en ser un mero estudio erudito. Una de las dificultades más difíciles de resolver en fenomenología es justamente realizar para ella una lectura fenomenológica. Bien podemos tomar las descripciones husserlianas y leerlas desde una perspectiva sensualista, empirista, analítica, o en cualquier versión o modalidad de la metafísica moderna. El desafío de estudiar fenomenología es que su estudio sea fenomenológico, y no meramente teórico. Entonces, las razones históricas que fueron motivando la toma de decisiones de Husserl van a ser la ejemplificación del encuentro de ese modo de pensar, que ya se atisba en su modo de preguntar. Como prueba de ello podemos referirnos a unas hojas de 1893, que están editadas como texto suplementario en Hua X. En éstas Husserl presenta de manera franca y directa la cuestión de fondo que hemos de tener a la vista para conocer el escenario conceptual que debió hacer frente. Pongamos atención en el tipo de pregunta que él formula, y cómo desde ella la posición moderna es por definición insuficiente para darle respuesta:
 
¿Cómo la unidad de un cambio en proceso que continua por una extensión de tiempo, una unidad que pasa o se desarrolla en cuanto sucesión –la unidad de una melodía, por ejemplo- llega a ser representada?[1]
 
 
Como podemos darnos cuenta, aquí el término “representación” nos va a parecer un poco raro. ¿Cómo hemos de entenderlo? Husserl en general, y con ello también considero sus primeros trabajos, usa el término “representación” como “presentación”, como un hacer presente o venir a la presencia consciente, de manera que por más que en estos primeros trabajos él no haya todavía acuñado el concepto de constitución, el concepto de “representación” sigue conservando su distancia respecto de la típica significación metafísica moderna, que subrepticiamente propone un campo semántico y epistemológico determinado, a saber, de “volver a presentar” o de “presentación inauténtica”, como “remedo de”. Por lo tanto, y para simplificar las dificultades, entendamos en este pasaje el término “representada” como “constituida”, esto es, como formada por y para la conciencia. De manera que la pregunta por la unidad del cambio o proceso que en este pasaje se anuncia marca el campo extenso de la investigación. Husserl se pregunta por la unidad y no por la conexión causal de fragmentos de tiempo al modo de momentos independientes. Imaginemos el ejemplo de la cera de Descartes, cuando él describe la experiencia de percibir la cera fría y seca y luego su transformación a causa del calor. Imaginemos también el ejemplo que Husserl mismo va a utilizar constantemente aquí de la escucha de la melodía, la cual no es jamás una suma de tonos yuxtapuestos. ¿Qué es lo que hace a la melodía ser melodía? La unidad que es vivida, y no los tonos por separado. Entonces, y para parafrasear al autor, podemos seguir inquiriendo: ¿Cómo se establece esa unidad que es vivida? ¿Cómo es que la vivencia de sucesión llega a ser? ¿Cómo es que la vivencia de sucesión se establece como tal? ¿Qué es lo que hace que tal unidad tenga esa forma? La pregunta comienza a ser bastante interesante, sobre todo para aquellos que están acostumbrados a una posición empirista. ¿Qué hay allí en nuestra vida consciente que lo que es comúnmente considerado como dato crudo es reunido como unidad de sentido, la cual es lo auténticamente vivido? No vivimos estados de la materia (cuando observamos la transformación de la cera), tampoco tonos (cuando escuchamos una melodía), y menos aún puntos de colores (cuando percibimos un paisaje). Por el contrario, vivimos la relación, esto significa que: vivimos la música, el cambio de la materia, el espacio que percibimos, y en general la sucesión, etc. Por lo tanto, nuestra pregunta se amplía aún más:  ¿Cómo es que la vivencia de sucesión (i) se establece como tal, (ii) es vivida como tal, y a su vez, (iii) es reconocida desde la vivencia sucesión -en la que estamos ya- como sucesión (si nos planteamos la pregunta en vistas a la posibilidad fenomenológica misma)?
 
Nosotros no sólo nos percatamos de que una cosa pasa de un estado a otro e inferimos una causalidad que conecta un momento con el otro, al modo como Hume propone el modelo epistemológico, en el que tan sólo la probabilidad tendría cabida. Nosotros vivimos la sucesión. En la escucha de la melodía vivimos el suceder como unidad de sentido, vivimos el despliegue de las relaciones internas que nos suscita, e incluso esas relaciones parecen estar pre-delineadas, cuando por ejemplo escuchamos que alguien desafina en la melodía, e inmediatamente reclamamos el error dando cuenta del tono que corresponde. La pregunta aquí es: ¿Si no he escuchado concretamente el tono que corresponde, cómo es que he anticipado ese tono? ¿Por qué mi vida de consciencia me agrega una información que no corresponde al dato concreto, el tono “desafinado”? ¿Qué hay allí en la vivencia de sucesión que supera, o es otra cosa que, la secuencia material concreta de los tonos-puntos de sonido efectivamente registrados? He aquí el suelo de eso que Husserl llama unidad de sentido y el germen propicio para lo que él propone como a priori de la correlación. Yo escucho, veo, percibo, pero eso que escucho, veo, percibo es vivido como forma, cuya estructura se encuentra dirigida a su cumplimiento. Entonces, si tomamos la unidad de sentido que es vivida como “factum a partir del cual” la pregunta husserliana que hemos citado de las hojas de 1893 apunta a esclarecer: (i) cómo es que ese vivir el despliegue de relaciones internas es posible, (ii) qué leyes intencionales permiten tal despliegue, y, (iii) cómo es que, mientras vivimos la sucesión misma, somos conscientes de ella. Todas estas preguntas apuntan finalmente a esbozar una estructura de lo que pueda ser: ser conciencia, mucho antes de que nos sintamos con la seguridad de afirmar un modelo unidireccional y mecánico de ella.
 
            Estas perplejidades son las que reúne el pasaje final del parágrafo 6, perplejidades que se dejan ver justo ahí donde los caracteres de acto serían claves para el esclarecimiento de la vida de conciencia, en toda su complejidad, multiplicidad, y actividad:
 
(…). Dicho brevemente, la forma temporal no es ni contenido de tiempo en sí misma, ni un complejo de nuevos contenidos que se adhieran de un modo u otro al contenido de tiempo. Pese a no incurrir Brentano en el error de reducir, a la manera del sensualismo, todas las vivencias a meros contenidos primarios, siendo él incluso el primero en reconocer la distinción radical entre contenidos primarios y caracteres de acto, su teoría del tiempo muestra, no obstante, que simplemente no ha tomado en consideración los caracteres de acto que son decisivos para tal teoría. La cuestión de cómo sea posible la conciencia del tiempo, de cómo haya que entenderla, permanece irresuelta.[2]
 
 
 
2.      Los planteamientos que preceden la pregunta husserliana
 
El parágrafo 7 nos plantea dos líneas del debate, a saber: el primero que proviene directamente desde Brentano, el cual procede de Herbart, y el segundo que plantea Stern. Revisemos los aspectos generales de ambas líneas.
 
 
i)                    Tesis proveniente de Brentano:
 
La cuestión está en el hiato que hay entre la mirada empírica de la conciencia que fragmenta los instantes vividos en una secuencia lineal, donde sólo prima el ahora como instante real, y la necesidad de la relación de los diferentes momentos de esa línea para la identificación de cierto momento como ahora, y otro como pasado, sobre todo en lo que refiere a los cambios de un mismo suceso. Entonces, la cuestión es: cómo se explica la conciencia de cambio si materialmente “el tiempo” (como tiempo objetivo) sucede inexorablemente, y lo voy captando momento a momento en diferentes “ahoras”. Así Husserl plantea recreando tal escenario conceptual en el parágrafo 7:
 
Es necesario que [las representaciones propias de una sucesión] sean los objetos enteramente simultáneos de un saber relacional indivisible, que las reúna en un acto único e indivisible.
 
 
Pero si lo pensamos detenidamente tendríamos al menos dos niveles: el primero sería el nivel de la sucesión inevitable, y el otro sería un nivel fuera del tiempo donde se pudiese reunir que diverso en la temporalidad. De allí que se plantee:
 
Toda representación *de un cambio* sólo puede pensarse como el resultado de un saber que las reúne sin tiempo.
 
 
Y tal tesis es sostenida por la siguiente:
 
*Toda representación de un cambio es* imposible si el propio representar se disuelve a su vez en una sucesión temporal.
 
 
Pero, ¿cómo puede ser posible? Podemos afirmar que es necesario un momento de reunión, pero no tenemos conocimiento directo respecto del tipo de momento de reunión que efectivamente aquí toma lugar. ¿Hay acaso una conciencia sin tiempo? ¿Hay una instancia consciente más allá del tiempo? ¿Y en qué sentido? ¿Cómo?
 
 
 
ii)                  Formulación husserliana de la necesidad destacada por Brentano
 
Husserl toma la necesidad argumentativa del momento de reunión, y la reescribe de la siguiente manera. Presenta tres formulaciones evidentes, de las que no estaríamos prontos a dudar:
 
La primera consiste en que “la intuición de un lapso de tiempo tiene lugar en un ahora, en un punto de tiempo.” La segunda en que “toda conciencia que apunta a un todo de cualquier tipo, a una pluralidad cualquiera de momentos diferenciables, abraza su objeto en un instante indivisible.” Y la tercera que “dondequiera que una conciencia se dirija a un todo cuyas partes son sucesivas (pluralidad de momentos diferenciables), sólo cabe conciencia intuitiva de este todo si las partes, por vía de sus representantes, concurren a la unidad de la intuición momentánea.” ¿Se acuerdan cuando les hablé en sentido figurado de la unidad de sentido como un “meeting point”? Es fundamental entender que lo que Brentano enuncia como “conciencia de” para Husserl es de suyo una colección. Toda unidad de sentido es ella una totalidad formada por partes, o mejor dicho, momentos de sentido en distinto nivel. Lo mismo vale para el tiempo. La unidad de sentido del “ahora” es una colección, desde la cual pueden establecerse las diferenciaciones. En términos muy simples, en el momento ahora, junto con todo lo que es vivido como actual y presente, está todo lo que es vivido como no actual y como no presente. El momento ahora no es un fragmento material concreto e independiente de los momentos “ahora” pasados. El momento ahora es vivido como una totalidad viviente, cambiante en las partes que lo componen, en lo que pueda ser definido como actual o inactual. Y desde esta diferenciación se va constituyendo el tiempo objetivo que conocemos vía actitud natural.
 
 
iii)                Contraargumento de Stern
 
Pero Husserl destaca otro aspecto muy importante como antesala para abordar la cuestión del tiempo inmanente de la conciencia. Este aspecto trata del tipo de reunión de ese segundo nivel. Husserl escribe:
 
Una sucesión discreta de miembros, por ejemplo, puede articularse unitariamente, sin perjuicio de la no simultaneidad de los miembros, por medio de un vínculo de conciencia, por medio de un acto unitario de aprehensión.
 
 
Este aspecto es muy iluminador para el trabajo husserliano. Los actos de aprehensión objetiva forman la unidad de sentido que es vivida. De allí que, como hemos visto en los primeros parágrafos del libro, la clave para reconocer el dato fenomenológico está en los actos de aprehensión. Veamos el pasaje:
 
Que múltiples sonidos en sucesión den lugar a una melodía sólo es posible gracias a que la sucesión de acontecimientos psíquicos se unifica “sin más” en una formación conjunta.
 
 
De manera que la pregunta husserliana estará dirigida a reconocer qué tipos de caracteres de acto establecen el estilo temporal de la sucesión en la actitud natural. Es decir, Husserl tiene a la vista que mientras aprehendemos perceptivamente un objeto, hay momentos intencionales que están formando o modelando la sucesión perceptiva. A nuestro parecer, ¿acaso se trata de momentos intencionales que conservan los datos del instante recién vivido? Pero si eso es así, tendríamos una explicación con tendencia sensualista. ¿Acaso es un tipo de carácter de acto que conserva las relaciones reconocidas? En definitiva, ¿qué es lo que se conserva o se mantiene vigente en ese momento donde se encuentran reunidos lo recién sido y lo actual? Husserl explica todavía refiriéndose al trabajo de Stern:
 
No es, por tanto, que nosotros tengamos los sonidos a la vez, ni que oigamos la melodía debido a la circunstancia de que con el último sonido sigan durando los anteriores, sino que los sonidos forman una unidad sucesiva con un resultado común, la forma de la aprehensión, la cual, naturalmente, no se completa hasta el último sonido.
 
 
Luego Husserl cita a Stern:
 
“No es precisa la artificiosa asunción de que el cotejo de elementos se produzca en todos los casos por el hecho de que la imagen memorativa del primer sonido subsiste junto al segundo. Más bien, todo el contenido de conciencia que se despliega en el tiempo de presencia viene a ser por igual el fundamento de la aprehensión resultante de igualdad o de diferencia.” (William Stern, Psychische Präsenzzeit, p. 338).
 
 
Hasta aquí la indicación de las posiciones precedentes. En el próximo comentario vamos a trabajar el modo como Husserl va a comenzar a posicionarse argumentativamente.
 
 
¡Hasta la próxima!
 
Con cariño,
 
Verónica Arís




[1] N°1. Hua X, p. 137.
[2] §6, Spanish translation, p. 41. English translation p. 20. Hua X, p. 19.

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