CLASE 17

Estructura metafísica del Psicoanálisis de Sigmund Freud
 
Parte 2
 
 
La fundación a fortiori del psicoanálisis en “hechos fisiológicos”
 
*Aspectos pendientes 05
(Psicología empírica en Brentano)
 
M. Verónica Arís Zlatar
 
Estimados alumnos,
 
Uno de los puntos que hacen destello en Brentano es el que nos convoca en nuestra línea temática: “el hecho de la conciencia”. Eso que es parte del factum silogístico de la psicología freudiana hemos de observarlo ahora desde la eminencia de su validez: la autopercatación, el cogito que se constata a sí mismo.
 
Los invito entonces a hacer lectura línea a línea del capítulo ‘De la distinción entre fenómenos psíquicos y fenómenos físicos’ en Psicología desde un punto de vista empírico de Brentano, considerando además la especial posición epistemológica que busca edificar para una fundamentación clara de esta psicología científica.
 
 
 
Aspectos a considerar de la estructura epistemológica de acreditación que plantea Brentano
 
 
a.     La exigencia de no desprenderse de lo dado empíricamente
 
En el capítulo ‘De la distinción entre fenómenos psíquicos y fenómenos físicos’ en Psicología desde un punto de vista empírico’, Brentano define la metodología adecuada para distinguir el fenómeno psíquico del fenómeno físico. Sirviéndose de la diferencia entre la inducción y la deducción, en la esfera de la prueba, Brentano hace notar que la explicación respecto del fenómeno psíquico va a necesitar tanto un trabajo en los planos generales de argumentación, como también en los particulares, de manera que utilizará ambos sistemas explicativos en razón de que a veces las explicaciones por determinaciones particulares como los ejemplos prestan mejores servicios que las explicaciones de carácter general. De acuerdo a esto, Brentano decide comenzar la distinción del fenómeno psíquico y físico directamente con ejemplo, y desde ellos comenzar a reconocer las leyes implícitas que los gobiernan.
 
Pero puede parecer conflictiva esta doble utilización metódica de inducción y deducción que Brentano ofrece como metodología apropiada, si además revisamos la interminable discusión en torno a la legitimidad de la inducción como medio de conocimiento en la historia de la filosofía de las ciencias. El sentido de la consideración metodológica brentaniana, que aquí simplemente el autor presenta, es discutida en el tercer y cuarto capítulo del primer libro de Psicología desde un punto de vista empírico. Brentano explica el modo con el cual su psicología dispondrá de numerosas clases de ejemplos que servirán al procedimiento deductivo para el dominio de la consideración empírica de la experiencia, en un método que ilustra tres estados explicativos:
 
i)                   la inducción de leyes generales,
ii)                la deducción de leyes particulares
iii)              y la verificación de las leyes a través de los hechos de la experiencia.[1] 
 
 
Para Brentano la situación es la siguiente. Se encuentra frente a la dificultad  de que la psicología no puede en tanto disciplina reducir a una unidad la multiplicidad dada empíricamente. ¿Se acuerdan de lo que hemos indicado respecto de la inagotable multiplicidad de proveniencias? Bueno, Brentano no lo dice de ese modo, pero parte de la base de la constatación de esta multiplicidad de la vida psíquica.
 
Pero esta dificultad de reconducción epistemológica de la psicología es, además, consecuencia de su situación epistemológica: que la psicología no tiene experiencia directa de las leyes que rigen los fenómenos complejos como son los fenómenos psíquicos.
 
Por tanto, Brentano asume la tarea de buscar un principio fundamental que nos permita hacer esta determinación de campo para la psicología.
 
Este principio fundamental, sin embargo, deberá ser alcanzado por la vía inductiva, en la que retrocedemos desde los hechos dados empíricamente en su complejidad a las leyes generales que rigen dicha complejidad. 
 
Ahora bien, a diferencia de la estructura general de toda teoría científica que alcanza sus primeras leyes particulares a partir de la inducción, y luego crece en generalidad por vía deductiva, para Brentano es fundamental no independizarse de lo dado empíricamente. Para él las leyes máximamente generales deben ser las alcanzadas por inducción, ya que si bien la deducción proporciona una idea o ley más completa, y la aporta además con mayor seguridad, por ser el método que brinda la más alta garantía, carece, sin embargo, de precisión y exactitud respecto de los hechos que se suscitan empíricamente, ello sobre todo respecto de la particularidad con la que se originan, como también respecto de aquellos casos que entran dentro del rango de excepciones. 
 
De este modo Brentano considera que la deducción debe aportar su segura garantía no a leyes cada vez más generales, sino a las leyes particulares que rigen los casos de la ley general.
 
Esta inversión de los campos entre inducción y deducción permite que sean las leyes particulares conseguidas por deducción el fundamento teórico de aquellas leyes generales inducidas. Señala que es absolutamente indiferente el hecho de que nosotros podamos verificar por inducción una ley obtenida primeramente por deducción, o que nosotros a partir de la inducción alcancemos leyes más y más generales deductivamente. Él apela a la coordinación inversa de ambos métodos, para una mayor exactitud en la descripción científica.
 
 
Sobre la inducción para Brentano
 
Respecto de su posición en torno a la problemática de la inducción, para situar en mejor medida el pensamiento de este autor, vamos a remitirnos a una conferencia del año 1903 perteneciente al libro El provenir de la filosofía, titulada El problema de la inducción, que es la tercera parte del  segmento que lleva por nombre Abajo los prejuicios, aviso dirigido al presente para que se libre de todo ciego “a priori”, conforme al espíritu de Bacon y Descartes. 
 
Aquí, Brentano define como inducción en sentido estricto el proceso que realizamos cuando concluimos de uno o de varios hechos de la experiencia una ley general, la cual  por lo demás no es absolutamente segura, y por tanto con ella no nos encontramos autorizados para confiar en la misma medida, y sin embargo, el razonamiento que nos lleva de la experiencia de uno o varios hechos a la admisión de una ley general nos parece absolutamente necesario.[2]
 
Para Brentano esta debilidad del razonamiento inductivo significa que la posibilidad de lo contrario prescrito por la ley no se halla totalmente excluida, y que por tanto sólo existe una probabilidad de cumplimiento de la ley. Esto lo conduce a considerar el cálculo probabilístico, el cual permite determinar con precisión los casos a favor y en contra de la hipótesis. Con esto, para Brentano la inducción debidamente aplicada se convierte en un procedimiento discursivo perfectamente razonable, lo que vale decir que, aunque ella esté fundada en poquísimos casos o incluso en uno sólo,  puede conducir con justeza a la probabilidad infinitamente grande de una ley que, aunque no sea propiamente idéntica a la seguridad absoluta, es, por lo menos, prácticamente equivalente a ella.[3]
 
En este sentido, lo que busca Brentano en el capítulo De la distinción de los fenómenos psíquicos y los fenómenos físicos es determinar el carácter más general y fundamental del fenómeno psíquico a partir de los hechos dados en la experiencia, lo que corresponde al primer momento descrito en esta figura cruzada entre inducción y deducción. En otras palabras, se desarrolla un recorrido desde lo particular a lo general, en la búsqueda de la propiedad más unitaria y general del fenómeno psíquico, cuya justeza es constantemente verificada con los argumentos y contrargumentos de la discusión científica en torno a la psicología.
 
Pero atención: este regreso de lo particular a lo general no parece provenir de una inducción desprejuiciada, ya que se sirve desde el comienzo del concepto de fenómeno, el cual predispone un sin fin de implicancias que dan forma a los argumentos de un modo muy determinado. Ahora, y como argumentará Brentano más adelante, este prejuicio del concepto de fenómeno se funda en la posibilidad concreta de la constatación del fenómeno psíquico a través de la percepción interna.
 
Por tanto, si observamos transversalmente el segundo libro de Psicología desde un punto de vista empírico, tenemos que este primer capítulo que estamos leyendo corresponde al primer estadio metodológico de este sistema tríadico brentaniano, la inducción, y, los capítulos sucesivos como De la clasificación de los fenómenos psíquicos, al segundo estadio metodológico, a saber, la deducción, ya que avanza desde la ley general alcanzada –inexistencia intencional- hacia lo particular en busca de establecer las leyes que determinen los casos en los que se da el fenómeno psíquico: representar, juzgar y apetecer.
 
 
Los ejemplos de los que parte Brentano y la dualidad del concepto de representación [Vorstellung]
 
El primer acercamiento a la distinción del fenómeno psíquico y del fenómeno físico mediante ejemplos es el siguiente:
 
Toda representación, mediante sensación o fantasía, ofrece un ejemplo de fenómeno psíquico; entendiendo yo aquí por representación, no lo que es representado, sino el acto de representar.[4]
 
Aquí nos encontramos por primera vez en el capítulo con el término representación, y vemos que ya se ha especificado a cuál de las dos modalidades se va a referir el autor con este concepto. La representación como fenómeno psíquico es considerada en cuanto acto.
 
Luego de esta definición general y su acotación, Brentano ofrece ejemplos:
 
La audición de un sonido, la visión de un objeto coloreado, la sensación de calor o frío [...].[5] 
 
Y en contraposición da allí mismo ejemplos de los fenómenos físicos:
 
[…] un color, una figura, un paisaje que veo; un acorde que oigo [...].
 
Desde un punto de vista metodológico, y en concordancia con lo que ya hemos desarrollado, pareciera que estas distinciones mediante ejemplos advierten desde un punto de vista general la diferencia entre acto y contenido de acto. ¿Cómo? Hay dos aspectos a tener en cuenta:
 
En primer lugar, el concepto de representación, cuyo carácter de acto es despejado para el fenómeno psíquico, porta en sí esta ambivalencia.
 
En segundo lugar, los hechos tomados en consideración  presentan también esta dualidad entre aquello que se refiere al acto que hace posible la aprehensión del objeto y aquello que corresponde al contenido aprehendido. Estos hechos dados como ejemplo entonces muestran el carácter transitivo de la experiencia. Sin embargo, como veremos en el caso del dolor, o si se quiere de la belleza y lo sublime, tal distinción entre acto y contenido de acto parece más difícil ¿qué es lo que duele en el dolor? A estas experiencias podemos nominarlas como  vivencias intransitivas.
 
 
Merodeo inductivo-deductivo que define a la representación como fundamento
 
Brentano afirma que los fenómenos psíquicos o son representaciones o tienen como fundamento representaciones, en el sentido del acto de representar. Este acto de representar forma el fundamento, no del juzgar meramente, sino también del apetecer y de cualquier otro acto psíquico. Señala que nada puede ser juzgado, apetecido, esperado o temido, si no es representado.[6]
 
La representación como acto es aquí fijada con claridad, y vemos, por lo demás, que  aquello que no puede ser admitido para un fenómeno físico es el acto mismo que lo constituye como fenómeno.
 
Hasta aquí, la categoría de acto propiamente tal parece ser lo que determina la ineludible diferencia entre fenómenos psíquicos y  físicos.
 
Por otra parte, de acuerdo con el punto de vista metodológico, vemos que se ha realizado un salto inductivo. Ya no nos estamos refiriendo a actos simples comunes, como visión, audición, tacto, etc., sino de aquel acto que forma parte intrínseca de todos ellos. El acto de representar está a la base de todo cuanto es consciente.
 
Sin embargo, también se admiten géneros especiales que se encuentran emparentados a la generalidad de la representación: el juicio y el interés. Por este motivo lo he anunciado aquí como un “merodeo” inductivo-deductivo que da por resultado la constatación de la representación como fundamento.
 
Ahora bien, Brentano explica que el estar-representado vale para todo aquello que aparece a la conciencia, es decir, para todo lo que es fenómeno[7]. Esto quiere decir que todo objeto inmanente, esto es, todo aquel contenido formado que aparece en la conciencia, tiene por una parte el contenido material, bien sea mediante percepción externa, bien por fantasía o rememoración, y aquello que le da su forma específica.  Y esto  implica que aquello que aparece, como representación, juicio, o interés, aparece como forma necesariamente ligada a un contenido material, en una relación de interdependencia que podemos observar a la luz del uso que Brentano hace del término fenómeno. Veamos esto a continuación.
 
 
La cuestión del Fenómeno y la extensión de la Psicología como ciencia
 
En el segundo apartado del primer libro, que se titula  Definición de la psicología como ciencia de los fenómenos psíquicos, Brentano se pregunta, luego de haber indagado en la cuestión de la psicología como ciencia del alma, en qué medida la psicología puede llamarse, como varios psicólogos lo hacen, ciencia de los fenómenos psíquicos. Explica que el término fenómeno significa apariencia, manifestación, en oposición a lo que podemos entender como “cosas que existen real  y verdaderamente”, es decir, como noumeno, cosa en sí. Pero esta distinción va más allá. No sólo hablamos a este respecto de fenómenos psíquicos, sino también de fenómenos físicos. ¿Cuáles son las implicancias que estas consideraciones traen consigo?
 
En el parágrafo primero no sólo la psicología era descrita como ciencia del alma, sino que las ciencias de la naturaleza fueron definidas como ciencia de los cuerpos físicos. El problema con estas determinaciones se asoma, sobre todo, con las cualidades mismas que tienen las sensaciones:
 
Nuestra manera de conocer los “cuerpos físicos” está determinada por nuestros órganos sensoriales que sin lugar a dudas presentan muchas veces defectos e incluso nos ofrecen sensaciones engañosas. El ejemplo que propone Brentano con la experiencia de John Locke parece despejar las dudas al respecto. La experiencia consistió en que John Locke calentó una de sus manos y enfrió la otra, y puso luego las dos manos en un mismo balde de agua. Para una de las manos el agua estaba hirviendo, para la otra el agua estaba fría. De esta manera Brentano considera probado que los datos que nos dan los sentidos no ofrecen información sobre la realidad de los cuerpos externos, porque el agua no estaba ni caliente ni fría, y sin embargo parecía estarlo e incluso al mismo tiempo.
 
Luego de esta desconfianza empírica sobre nuestros sentidos, Brentano accede a una duda de tipo cartesiana, admitiendo que no hay ninguna garantía de la existencia de un mundo que provoca nuestras sensaciones. Por lo tanto, respecto de los cuerpos físicos, no podemos creer que nuestra percepción externa nos provea datos que concuerden con el modo de ser real del objeto que está fuera. Incluso no puede demostrarse que existen verdaderamente fuera de nosotros.[8] Por esto, aquello que concebimos en la mente como objeto exterior o cuerpo físico no es más que un fenómeno, es decir, una apariencia de algo. Hablar de que las ciencias de la naturaleza son ciencias de los cuerpos físicos, implica necesariamente que nuestros sentidos son afectados causalmente por una sustancia.[9] Y esto es, justamente para Brentano, lo que no podemos probar, a saber, que esta sustancia exista realmente, y que exista en el modo como la percibimos.
 
Por otra parte, respecto de la psicología, el problema de definirla como ciencia del alma viene por otro lado. Mientras que la realidad de la cosa en sí se entremezcla con el fenómeno físico percibido en el discurso que explica la percepción externa,  evidenciando así  contradicciones y deficiencias por parte de nuestras sensaciones, la realidad del alma como sustrato de las vivencias psíquicas no presenta tal caso. Para Brentano es posible creer o no en la existencia del alma y no por ello dejamos de constatar con evidencia la existencia de los fenómenos psíquicos mediante la percepción interna.[10] Argumenta a favor de los fenómenos psíquicos, que así como en la percepción externa o sensorial encontramos fenómenos como calor, color y sonido, en la percepción interna encontramos manifestaciones del pensamiento, del sentimiento, y de la voluntad.[11] Estas manifestaciones jamás han presentado, para nadie, contradicciones en cuanto a su existencia verdadera en nuestra conciencia, por el contrario, dice, de su existencia tenemos ese conocimiento claro y la certeza completa que nos son proporcionados por la visión inmediata.  Por lo tanto, nadie realmente puede dudar que un estado psíquico que percibe en él exista, y que exista así como lo percibe.[12] De esta manera, el fenómeno psíquico es aquello que se manifiesta con relación causal o no de un alma como sustrato, y esta indiferencia respecto de la relación con la existencia real del alma, no sólo está fundada en la percepción interna que observa con evidencia la existencia de estos fenómenos cual estados psíquicos, sino que además, y como hemos visto incipientemente en el capítulo primero del segundo libro, procede de que aquello que se manifiesta es la forma de un acto referido a un contenido inmanente.
 
Así tenemos que la relación entre sensaciones y “cuerpo físico” no es equivalente a la relación entre estados psíquicos y alma. Lo que se manifiesta en las sensaciones es un fenómeno cuya relevancia es el contenido que aparece en la conciencia en el modo de materia, y que como materia puede ser este contenido confirmado o rechazado a través de la comparación con contenidos materiales obtenidos en condiciones distintas. En cambio, lo que se manifiesta en el fenómeno psíquico es el “contenido” que, en el modo de forma de aquella materia, manifiesta el modo operativo de la conciencia. De esta manera, el hecho de que se crea o no en la existencia real del alma, según Brentano, no causa interrupciones para la fundamentación de la existencia de los fenómenos psíquicos. Sin embargo, para nuestro modo de ver, como manifestación del modo operativo de la conciencia, el fenómeno psíquico impera de suyo una conciencia actuante y espontánea que permita la aparición de estas formas y contenidos materiales, y que a la vez sea el sustrato para la inmanencia de los objetos inmanentes.
 
Respecto de la posición en torno a la existencia real de las cosas, y su relevancia o no en estos estudios, debemos aclarar lo siguiente. La filosofía general de Brentano no niega la existencia real, ni la verdad de aquello que existe realmente, y su posición frente  a la inducción nos da a entender en gran medida su confianza frente a la regularidad probabilística de los hechos de la naturaleza. Cabe notar entonces, que su independencia en esta obra respecto de la existencia real de las cosas, y su observación de ellas tan sólo como fenómenos, queda circunscrita por tanto a los propósitos de estos análisis, pero que en ningún caso es excluyente de sus otros escritos. Esto es posible, porque lo que explica la obra Psicología podemos entenderlo como una suerte de condición de posibilidad de la teoría inductiva, de la lógica etc., como si estas consideraciones psíquicas subyacieran en todo intento de conocimiento científico. Es importante destacar a este respecto, que Brentano se encuentra marcado por el espíritu radical de Descartes y Bacon, y su giro hacia el esclarecimiento en torno al fenómeno psíquico, se encuentra para él, por tanto, a la base de todas las ciencias, sin por ello invalidarlas de modo alguno. De esta manera, el estudio psicológico sería el fundamento de todo conocimiento posible, y de acuerdo a ello, la in-existencia intencional toma la función de iluminar la validez de todo conocimiento científico en general. 
 
Por otra parte, el horizonte de la existencia real de las cosas jamás se deshace, aunque la tendencia de la obra sea observar todo en tanto que fenómeno, y con ello se intente relativizar el carácter de verdad fundante de la realidad empírica. La determinación de fenómeno se encuentra condicionada por el método mismo que permite a la psicología acceder a su objeto. El único camino garantizado para la psicología, manifiesta fenómenos y no realidades, ni actos en tanto que actuantes. Así, por tanto, el proceso de inferencia por parte de las ciencias de la naturaleza debemos comprenderlo como una descripción psicológica respecto de la posibilidad de dichos conocimientos y su validez empírica, manifestada por la percepción interna, que es a su vez, la posibilidad metodológica que tiene la psicología para penetrar en estas cuestiones.
 
De este modo tanto fenómenos físicos, como psíquicos, aparecen a la conciencia, con necesaria interdependencia, la cual no va sino de la mano de la ambivalencia del término representación. Así, representación en el modo del acto de representar es tanto como decir fenómeno psíquico, y representación en el modo de lo representado es tanto como decir fenómeno físico.
 
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Hasta aquí por hoy, nos vemos la próxima semana.
 
Verónica Arís
vero.aris@gmail.com


[1] Brentano, Psychologie, p. 89.
[2] Brentano, Porvenir de la filosofía. p. 198 y siguientes.
[3] Brentano, Porvenir de la filosofía, p. 206.
[4] Brentano, Psicología (2), p. 11. ó Psychologie, p. 93.
[5] Brentano, Psicología (2), p. 11 . ó Psychologie, p. 93.
[6] Brentano, Psicología (2), p. 12. ó Psychologie, p. 94.
[7] Brentano, Psicología (2), p. 13. ó Psychologie, p. 95.
[8] Brentano, Psicología (1), p. 28
[9] Brentano, Psicología (1), p. 29.
[10] Brentano, Psicología (1), p. 44.
[11] Brentano, Psicología (1), p. 30.
[12] Brentano, Psicología (1), p. 28.
 

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