CLASE 07


Estructura metafísica del Psicoanálisis de Sigmund Freud

Parte 2

 

La fundación a fortiori del psicoanálisis en “hechos fisiológicos”
 

*Aspectos pendientes 01

Verónica Arís Zlatar
Estimados alumnos,
 
En la clase anterior desarrollamos en un primer nivel el segundo de los aspectos de las determinaciones metafísicas que logramos constatar en la presentación que hace Freud del Psicoanálisis en el ‘Compendio…’, a saber: La fundación a fortiori del psicoanálisis en “hechos fisiológicos”, que se transcriben en “eventos del órgano somático””. En este primer nivel revisamos el razonamiento que devela el sentido del hecho que será tomado como factum para esta ciencia natural que es la psicología psicoanalítica, sentido que, por cierto, no es unívoco. Y finalmente repasamos algunas dificultades que poco a poco nos iban orientando a una discusión fenomenológica, y llegamos a la somera constatación de un parentesco no siempre considerado por los estudiosos, a saber: la multiplicidad inherente al concepto de Inconsciente en Freud, y la multiplicidad propia de los desarrollos fenomenológicos de la constitución, que advierten el tramado de actos categoriales que constituyen el sistema correlativo noético de la fundación de la vivencia y del conocimiento en general. Pero, así como constatamos esta similitud, todo nuestro recorrido nos indica una y otra vez en qué diametralmente opuesta situación se presentan esas multiplicidades en uno y otro caso.

Hoy, como lo proyectamos la clase anterior, vamos a continuar advirtiendo algunos aspectos más de la cuestión del “hecho de la conciencia” que funda la plataforma epistemológica del psicoanálisis. Pero ¿qué aspectos se nos hace necesario indagar ahora? Nuestros estudios respecto del Compendio han servido para dar una rápida introducción al problema. El Compendio es un texto que, para nuestro estudio, ilumina muchísimas cuestiones a destacar al mismo tiempo, pero que no permite afirmar con demasiada fuerza la pertinencia de nuestras conclusiones e impugnaciones. Por lo tanto, como no hemos aquí de caer en una caricatura de lo que significa el quehacer psicoanalítico, se nos hace imprescindible volver a mirar desde ya la práctica misma, con tal de reconstruir las razones que han sostenido estas dificultades metafísicas destacadas.

En este sentido, la tarea que quedó planteada toma esa dirección. Revisar en nuestro trabajo con pacientes qué es un efectivo hecho para la psicología, y qué, en contraste, forma parte de la interpretación del hecho. En tal caso, si el hecho es un factum natural, al modo de los hechos desde los que parten otras ciencias empíricas, o bien, corresponde a otro modo de constatación. Es muy importante, como les decía en clases, que nos abramos de manera viviente a los asuntos para comprender el nicho desde el cual se levanta la fenomenología. Es un despropósito intentar estudiar fenomenología si se busca con ella una teoría más respecto de la “mecánica de la consciencia”. La fenomenología es una posibilidad, una exploración. Pero, contrario a lo que pudiere inferirse de esta aseveración, es una exploración bastante afortunada. El sentido de su método abre caminos sorprendentemente certeros y al mismo tiempo libres.

De manera que lo que viene a continuación es la reinserción del asunto del “hecho de la conciencia” en el escenario todavía indeterminado del psicoanalista, escenario desde el cual se puedan divisar diferentes flancos del debate. Estos flancos son considerados aquí con el fin de exigirle luego a la fenomenología una respuesta en relación a su qué y su modo de proceder. Ellos son:


Primero: La efectiva situación del Psicoanálisis. Ciertamente no podemos pasar por alto la inmensa complejidad causal de la facticidad particular de la vivencia y la singularidad yoica. El psicoanálisis asume el desafío de reparar en la inagotable dimensión de la vida para la explicación y modificación de las unidades afectivas y las implícitas motivaciones del comportamiento.

Segundo: La procedencia epistemológica inestable de las leyes psicoanalíticas. Si bien ya hemos reparado en este asunto, es importante ver directamente cómo se desarrolla el traspaso a-crítico del ‘como si’ al ‘en sí’, de la hipótesis a la hipóstasis.

Tercero: Cómo se puede establecer el ámbito legítimo del campo a investigar, con tal de advertir las leyes que perseguimos. Para esto debemos preguntarnos por cuál es el efectivo campo objetivo del psicoanálisis, como para distinguir estilos de causalidades eminentes –tal como lo hemos descrito en la clase anterior. Y con esto abrirnos a pensar las siguientes preguntas:
 
-         ¿Con qué cuento para comenzar un análisis semejante?
-         ¿Cómo encuentro un sitio que haga las veces de punto de partida?
-         ¿Cómo es la calidad de mi “visión” interpretante de los afectos del otro?
-         ¿Puedo mejorar mi “visión”?

Cuarto: La relación entre psicología y fisiología que establece Brentano. Sabemos que tanto Freud como Husserl fueron alumnos de Brentano (no simultáneos, por cierto). Sabemos que posteriormente Freud da un giro hacia la neurofisiología, mientras que Husserl por el contrario asume con bríos renovados el desafío de la inexistencia intencional brentaniana pero a partir de una comprensión plurirradial de los actos intencionales. En tal contexto se hace pertinente que revisemos:
 
-         ¿Qué tipo de razones sostenía Brentano respecto de la psicología y su relación con la fisiología?
-         ¿Pueden ser ellas las razones que necesitamos para comenzar a penetrar el terreno fenomenológico y constatar el punto de inflexión con el que Freud toma su curso fisiológico?

Quinto: En qué sentido para Brentano su psicología es una psicología empírica. De acuerdo a todo lo discutido hasta aquí, cabe la pregunta de ¿en qué sentido sigue siendo para Brentano una psicología empírica?

Sexto: El trayecto husserliano desde la psicología genética de 1894 a la psicología descriptiva pura de 1901. Con todas estas consideraciones se hace fundamental aproximarnos al modo con el cual Husserl en Investigaciones Lógicas reconstruye la unidad objetiva atendible por la psicología, en el reconocimiento del objeto intencional como unidad noemática. Pero esta unidad objetiva que sitúa a la psicología descriptiva de 1901 en un suelo propio y autónomo, no es una ocurrencia afortunada del autor, o una propuesta dogmática. Es el encuentro de un campo de investigación, logrado después de muchas idas y venidas, y de muchas cuestiones en pugna y discusiones de toda índole. La obviedad y suprema dificultad que muestra este posicionamiento psicológico descriptivo husserliano es, sin lugar a dudas, el primer desarrollo fenomenológico y que inaugura a la fenomenología misma.

Séptimo: Sistemas y momentos en la fenomenología husserliana. De acuerdo a este aspecto inaugural de la fenomenología misma, podemos destacar el sitio que ocupan conceptos como ‘sistema’ y ‘momentos’, en el contexto de la patencia intencional de la modalidad del noema en 1901. Aquí observaremos el incipiente sentido de la correlación, como una posibilidad siempre creciente en evidencia del campo constitutivo, en la libre mostración de lo que no puede fijarse cerradamente en una posición metafísica, pero que su permanencia eidética da una pista de índole realista de lo que corresponde a este “darse cuenta intencional” mismo. 


NOTA: Es muy probable que todos estos puntos no podamos abordarlos hoy. Por este motivo he nombrado esta clase como “*Asuntos pendientes 01” y concordantemente nombraré la próxima como “*Asuntos pendientes 02” y si hace falta la subsiguiente como “*Asuntos pendientes 03”.



 
*Asuntos pendientes 01

Antes de comenzar a dar espacio a la discusión en torno a los puntos ya indicados, hemos de recordar en qué sentido estamos haciendo este estudio. Es importante recordarlo una y otra vez para no perdernos por las ramas. Lo imprescindible a tener en cuenta aquí es: ¿Cuál es la causa de la idoneidad de un diagnóstico clínico y no otro? Y en este sentido, todo lo que conversemos hemos de evaluarlo constantemente con esta otra pregunta, a saber: ¿Qué es lo que Freud tuvo a la vista y qué no para definir un asunto de una manera y no de otra?

 
1)                Situación del Psicoanálisis. La complejidad causal de la facticidad particular de la vivencia y la singularidad yoica. El desafío de una ciencia que debe reparar en la inagotable dimensión de la vida

Frente a las consideraciones que hemos realizado en torno a la ambigüedad del “hecho” que ha de definir al psicoanálisis en claros límites epistemológicos junto a su posibilidad de conocimiento según un método claramente establecido por el mismo, lo que hemos de preguntarnos de fondo es: ¿Por qué se establece esa ambigüedad? Veamos algunos puntos:


Punto 1: La múltiple proveniencia. Tenemos que reconocer en favor de Freud, por un lado, la proveniencia de aquello que llega a ser consciente y que lo lleva a ser interpretado como un complejo. Desde un punto de vista fenomenológico, debemos admitir que no sólo hay una multiplicidad de proveniencias de un solo orden, sino que al mismo tiempo hay múltiples órdenes de proveniencia que están trayéndose a la presentación intencional.

Por ejemplo, podemos concentrarnos en la proveniencia de la materia de la percepción. Al interior de ella podemos constatar que ella ya es una colección a unidad de un inagotable material aportado por los reconocidos cinco sentidos, y las diversas modalidades de cada uno de ellos, sin contar con la inagotable dimensión categorial interpretativa que lleva a colegir la multiplicidad de un modo y no de otro. Es decir, el tipo de dato “recibido” es de diferente especie, el sistema receptivo y su relación con la posesión del mismo también es de diferente especie, y esta posesión tiene a su vez una estructura prospectiva en vistas a sus especiales modalidades de cumplimiento, y a ello se le suma toda la dimensión habitual, rememorativa y formalmente categorial que permite un reconocimiento institutivo de aquello que se presenta a la percepción.

Ahora bien, si en nuestro caso de considerar patologías nos centráramos en anomalías de la percepción, habremos de reconocer por sobre lo anterior otros órdenes de proveniencia, como de especiales habitualidades, o de estructuras temporales, o de institución, que participan activamente allí.

Por lo tanto, podríamos decir que nuestra vida de conciencia tiene sus raíces (o proveniencias) en una apertura múltiple de materia y de forma.

 
Punto 2: El cuerpo propio como lo primeramente extraño. Sumada a esta proveniencia múltiple, nos encontramos con un cuerpo orgánico propio que a la vez se resiste de nuestro dominio consciente, es decir, que de algún modo nos ofrece ciertas reglas de juego que se nos oponen en alguna medida.

Por ejemplo, no puedo ponerme a volar en este momento en el que les estoy haciendo la clase… -por ahora… quizás algún día logre encontrarle la vuelta… (Chiste). O pongamos un ejemplo menos fantástico, cuando algo nos da vergüenza o pudor, o nos pillan en algo en lo que no queremos ser descubiertos, entonces antes de que nos percatemos de este ida y vuelta del reconocimiento de la situación, el desenmascaramiento, y nuestra proximidad afectiva con el desenmascaramiento,  ya tenemos las mejillas coloradas y un calor en el cuello, haciendo ya elocuente todo este movimiento. En esos momentos podemos decirnos a nosotros mismos: “mi cuerpo me traiciona”, “no puedo mentir bajo estas reglas que propone mi propio cuerpo como campo extraño a mi explícito albedrío”.

En este ámbito, podemos ver un sin número de asuntos en la relación de mi explícito dominio como originariedad intencional y lo que queda fuera de esta originariedad. Por ejemplo, cuando pierdo alguna capacidad kinestésica, o cuando mi deterioro psicomotor va acotando mi marco de acción: la vista, la audición, la motricidad fina o gruesa, el control de esfínteres, etc. El contorno de lo que parece ser propio y lo que se resiste como extraño en mi vivencia de mi cuerpo, que además es un cuerpo vivido por mí y un cuerpo psicológico y social de lo que yo misma he urdido como sentido y valor, es una fascinante dimensión fenomenológica a descubrir junto al fenomenólogo francés llamado Maurice Merleu-Ponty.


Punto 3: Las desconocidas razones que urden estas multiplicidades. Ahora bien, observemos lo siguiente. Frente a esta abismal proveniencia múltiple y una inestable posición de dominio y sumisión en torno a lo que puede ser consciente para mí, tenemos el problema que las razones que le son inherentes se hayan ocultas a nuestra investigación psicoanalítica. Pero, frente a esta ocultación, tenemos un gran punto de apoyo: la regularidad sintomática. La regularidad fenoménica de ciertos comportamientos y sus motivaciones explícitas pareciera que están indicando la dirección a seguir para definir una situación como un complejo de fuerzas contrapuestas y que en algunos casos logra aflorar al plano consciente, o del explícito manifestarse en el comportamiento, por más que todavía el mismo paciente no “se dé cuenta” de que se está comportando de un modo concordante a una represión, por ejemplo.

Acá vemos entonces dos cosas. Por un lado, que pueden presumirse ciertos patrones reactivos para la hipótesis de una represión, y por otra, la trasparencia de esos patrones por parte del paciente mismo de modo que nunca se dé cuenta de sí. El “darse cuenta”, como podemos anticipar, es parte del proceso curativo del psicoanálisis cuyo nombrar o traer al lenguaje busca desenmascarar y destrabar ciertos nudos de sentido. Esto ciertamente hay que discutirlo ¿Qué podría acreditar la curación? Esto los meditaremos más adelante. Por ahora propongo tener en cuenta el belief del psicoanálisis que defiende por principio esta cuestión.[1]


Punto 4: El noema como “The meeting point. En este contexto, y concediéndole innumerables permisos a Freud, propongo un concepto práctico para nombrar esta multiplicidad inagotable y de diverso orden desde un panorama eidético: The meeting point o como podríamos nominarlo en castellano: El punto de encuentro o La concurrencia de la diversidad. Es decir, al concepto de noema que es entendido como la unidad de sentido de la vivencia aquí y ahora, le agrego la nota de un meeting point para la consideración de todas las procedencias que alimentan la modalidad de aquello que se me muestra tal y como se me muestra. La presentación constitutiva trae a donación todos aquellos ingredientes aperceptivos que dan amplitud y exactitud a la identidad de lo que es mentado en cada caso. La apercepción convoca, en razón a las habitualidades formales y afectivas, lo que ha de ser vivido desde el quién que vive aquí y ahora eso que vive.

Esto desde un punto de vista fenomenológico. Ahora, desde un punto de vista psicológico fenomenológico, habremos de preguntarnos: ¿Qué es lo que el otro está trayendo a donación a su propio presente y que lo afecta de esa manera? ¿Qué modalidades entran en juego para el otro desde su sí se despliegue intencionalmente en una diferencia (casi) estructural respecto de mi constitución de vida?

 
Punto 5: La acuciosa descripción psicoanalítica como descripción antropológica. Pero, ciertamente, el punto de partida freudiano no es eidético. Debemos destacar que la labor psicoanalítica tiene en su primer momento el imperativo de toda ciencia empírica: hacer descripción de hechos. Sin embargo, lo que sea un hecho adecuado a la causa eminente para la psicología es todavía un misterio. Y esto es claro de ver en las descripciones al modo de inventario antropológico que realiza Freud. Revisemos simplemente a uno de los fundadores de la antropología, Marcel Mauss (Manual de etnografía, 1926) para acentuar nuestra lectura perspicaz. El psicoanálisis ha sido una gran inspiración para la filosofía contemporánea, sobre todo por su práctica epistemológica: la reconstrucción de la relación de los fragmentos históricos. Dice Mauss:

La ciencia etnográfica tiene como fin la observación de las sociedades; como objetivo, el conocimiento de los hechos sociales. Registra esos hechos, por necesidad establece sus estadísticas y publica documentos que brindan el máximo de certeza. El etnógrafo debe tener la preocupación de ser exacto, completo; debe comprender el sentido de los hechos y de sus relaciones entre ellos, el sentido de las proporciones y de las articulaciones.

La intuición no tiene el menor valor en la ciencia etnológica, ciencia de comprobaciones y de estadísticas. La sociología y la etnología descriptiva exigen que se sea a la vez cartógrafo, historiador, estadístico… y también un novelista capaz de evocar la vida de una sociedad entera. No es que la intuición de un lado y la teoría del otro sean aquí inútiles, pero su empleo debe ser limitado, hay que conocer su valor y sus riesgos.

La teoría tendrá como papel verdadero ubicar a la investigación dentro de un objetivo de verificación. La ciencia tiene formas que cambian pero que permiten comprender los hechos. La teoría brinda un valor “heurístico”, un valor de descubrimiento. Los falsos a priori de la escuela de Viena nos han valido una buena cosecha de hechos.

El joven etnógrafo que parte hacia el terreno debe saber qué es lo que ya sabe, a fin de abordar la superficie de lo que aún no sabe.

[…]
 

DIFICULTADES DE LA INVESTIGACIÓN ETNOGRÁFICA

Dificultades subjetivas. Peligro de la observación superficial. No “creer”. No creer que se sabe porque se ha visto; no plantear ningún juicio moral. No asombrarse. No dejarse llevar. Tratar de vivir en y de la sociedad indígena. Elegir bien los testimonios. Desconfiar de la lengua franca, negra, inglesa, pidgin, etc. […] Un buen ejemplo es el de los trabajos de Callaway sobre los amazulu. Este método brinda documentos en estado bruto que pueden ser estudiados a gusto en un gabinete. […].
 

PRINCIPIOS DE OBSERVACIÓN

Se buscará objetividad tanto en la exposición como en la observación. Decir lo que se sabe, todo lo que se sabe, nada de lo que no se sabe. Evitar las hipótesis, históricas o de las otras, que son inútiles y suelen ser peligrosas.

[…] 

Exhaustividad. No olvidar ningún detalle (ejemplo: en el estudio de la preparación de un filtro, anotar las instrucciones de recolección de cada hierba mágica). No sólo hay que describirlo todo, sino también proceder a un análisis en profundidad, donde se marcará el valor del observador, su genio sociológico.  […].

En la exposición de los hechos observados se buscará la claridad y la sobriedad. […]. Cada hecho será citado siempre localizado (nombre de la ciudad, de la familia, del individuo observado) y fechado; dar todas las circunstancias de la observación salvo en el caso de una estancia prolongada del observador en la región.[2]
 

En relación a esta práctica de la descripción de todo lo que corresponda al “hecho”, podemos observar los Historiales Clínicos de Freud, por ejemplo de la Histeria de 1895, los cuales manifiestan los distintos puntos notados hasta ahora.

_________________

Hasta aquí por hoy. En la clase número 08 continuaremos con los puntos siguientes, y así sucesivamente.

Muchos saludos,

VAZ
vero.aris@gmail.com


[1] Como Freud lo dice en un pasaje de 1895: “Resulta ya comprensible cómo el método psicoterapéutico que aquí exponemos actúa curativamente: Anula la eficacia de la representación no descargada por reacción en un principio, dando salida, por medio de la expresión verbal, al afecto concomitante, que había quedado estancado, y llevándola a la corrección asociativa por medio de su atracción a la conciencia normal (en una ligera hipnosis) o de su supresión por sugestión médica, como sucede en los casos de sonambulismo con amnesia.”
[2] Mauss, Manual de etnografía. Traducción de Marcos Mayer. Advertencia y prefacio de Denise Paulme. Argentina: Fondo de Cultura Económica, S.A., 2006, pp. 21-22.



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