TEXTO: (P) 1, CAPÍTULO 1, LIBRO 2, PSICOLOGÍA DESDE UN PUNTO DE VISTA EMPÍRICO. Brentano.
DE LA DISTINCIÓN ENTRE
LOS FENÓMENOS PSÍQUICOS Y LOS FENÓMENOS FÍSICOS
Capítulo 1. Libro 2.
Psicología desde un punto de vista empírico
1874
Parágrafos
del capítulo:
§1 Necesidad de estudiar detenidamente la cuestión
§2 Explicación de la distinción por medio de ejemplos
§3 Los fenómenos psíquicos son representaciones o
tienen representaciones de base
§4 Definición de los fenómenos psíquicos por su
carencia de extensión. Contradicción que se alza frente a esta definición
§5 Es característica de los fenómenos psíquicos su
referencia a un objeto
§6 Los fenómenos psíquicos sólo pueden ser percibidos
por la conciencia interior; para los físicos sólo es posible la percepción
exterior
§7 Los fenómenos psíquicos sólo pueden existir fenoménicamente, los físicos también pueden
existir en la realidad
§8 Si es exacto, y en qué sentido lo es, decir que los
fenómenos psíquicos sólo existen uno tras otro, mientras que los físicos
existen muchos a la vez
§9 Retrospección sobre las definiciones de la ciencia
física y la ciencia psíquica
______________________________________
§1 Necesidad
de estudiar detenidamente la cuestión
El mundo entero de nuestros fenómenos se divide en dos
grandes clases: la clase de los fenómenos físicos y la de los fenómenos
psíquicos. Hemos hablado de esta distinción al fijar el concepto de la
psicología, hemos vuelto sobre ella en la investigación acerca del método. Pero
lo dicho no es bastante. Debemos definir ahora con más precisión y exactitud lo
que entonces quedó sólo fugazmente indicado.
Esto parece tanto más obligado cuanto que todavía no
hemos alcanzado ni unanimidad ni plena claridad en la delimitación de ambas
esferas. Vimos ocasionalmente cómo algunos fenómenos físicos, que aparecen en
la fantasía, han sido tomas por fenómenos psíquicos. Pero hay otros muchos
casos de confusión. E incluso significados psicólogos se justificarían
difícilmente contra el reproche de contradecirse a sí mismos[1].
Frecuentemente tropezamos con manifestaciones como la de que la sensación y la
imagen fantástica se distinguen porque la una surge a consecuencia de un
fenómeno físico, mientras que la otra es provocada por un fenómeno psíquico,
según leyes de la asociación. Pero los mismos psicólogos conceden que aquello
que aparece en la sensación no guarda correspondencia con la causa eficiente.
Con lo cual se descubre que los que llaman fenómenos físicos no se nos
aparecen, en verdad. Más aún; que no tenemos ninguna representación de ellos;
manera notable, por cierto, de abusar del nombre de fenómeno. Así las cosas, no
podemos por menos de ocuparnos del problema con algún mayor detenimiento.
[1] Nota de Brentano: Yo,
por lo menos, no consigo conciliar las diversas definiciones que A. Bain ha
dado en una de sus obras psicológicas más recientes, Mental science, Lund. 3, edit. 1872. En la p. 120, n° 59, dice que
la ciencia psíquica (Science of Mind,
que él llama también subject science)
está fundada sobre la autoconciencia o atención introspectiva; los ojos, los
oídos, el órgano táctil, son medios para la observación del mundo físico, del object world, como él dice. En la p.
198, n° 4, I, dice, en cambio: “La perfección de la materia o conciencia
objetiva (object consciousness) está
ligada a la exteriorización de la actividad muscular, en oposición al sentimiento
pasivo”. Y añade en la explicación: “En el sentimiento puramente pasivo, así
como en aquellas sensaciones en las cuales no participa nuestra actividad
muscular, no percibimos materia, estamos en un estado de conciencia subjetiva (subject consciousness)”. Explica esto
con el ejemplo de la sensación térmica, cuando se toma un baño caliente, y con
aquellos casos de suave contacto, e los cuales no tiene lugar ninguna actividad
muscular, y manifiesta que, en iguales condiciones, los sonidos, y puede que
hasta la luz y el color, serían una experiencia puramente subjetiva (subject experience). De modo que toma
ejemplos para la conciencia subjetiva, precisamente en las sensaciones de la
vista, el oído y el tacto, que había designado en el otro pasaje como
intermediarios de la conciencia objetiva, en oposición a la conciencia
subjetiva.
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