CLASE 02
[CONTINUACIÓN]
§2 Ejes principales del debate psicológico y
psiquiátrico de nuestros días
Estimados alumnos,
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INTRODUCCIÓN
La pregunta por el sentido de la recuperación de las
categorías generales de la vivencia en tanto vivencia para el diagnóstico
clínico
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Estimados alumnos,
En lo que
corresponde a nuestra introductoria revisión fenomenológica, quiero proponerles
considerar tres asuntos que conforman los ejes principales del debate
psicológico y psiquiátrico de nuestros días. Me refiero a:
- La aceptada esfera del ‘Inconsciente’ para el campo del psicoanálisis, esfera cuya divulgación ha permitido incluso que hoy forme parte de nuestro lenguaje cotidiano.
- La afamada relación del ‘hombre y la palabra’, sea: en tanto sobre-determinación imaginaria del hombre por el lenguaje, en el ambiguo campo del discurso del Otro y la subsecuente resistencia, o bien sea: en tanto acción propia del significante de emerger hermenéuticamente en el lenguaje, y con ello asumeiendo las dos modalidades de su aparecer: por un lado, la apariencia, el fantasma, la máscara, la falacia que se opone como filtro a la autenticidad inconsciente, y por otro lado, la riqueza simbólica de lo que efectivamente aparece.
- La reintroducción contemporánea de la fisiología al debate psicológico, bajo la forma de la ‘Neurociencia’, y el peligro del naturalismo argumentativo -y sus aporías metafísicas- que viene con ella.
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1) Respecto
del primer eje:
Para el primer eje, vamos a tomar algunos textos de Sigmund
Freud que serán elocuentes respecto del modo como se instituye el modelo del
inconsciente para su teoría científica. Aquí se nos hará fácil ver dos asuntos principales
que son a su vez dependientes entre sí:
- (i) Desde el punto de vista del contenido de lo que se propone, la teoría del inconsciente es la determinación metafísica de una totalidad compleja y fragmentada, desapercibida por la conciencia “en” la conciencia.
- (ii) Desde el punto de vista de la función científica como delimitación de un campo de investigación, la teoría del inconsciente es el cuerpo teórico que da crédito representativo del aparecer y evanescer de aquello presuntivamente presente.
Destaco
de esta manera (i) el carácter metafísico
de su contenido, y (ii) la operatoria representativa
de sus determinaciones, por varios motivos que podemos agrupar en dos órdenes.
El
primer orden de motivos, y quizás el más relevante, es la consideración crítica
que hace explícitamente Edmund Husserl de ambos aspectos en los Prolegómenos para una lógica pura -que
corresponde al primer tomo[1] de
Investigaciones Lógicas (1901).
El
segundo orden de motivos tiene relación con las críticas que diversos filósofos
fenomenólogos posteriores a Husserl han desarrollado frente al planteamiento
freudiano. Tal es el caso de Martin Heidegger, Maurice Merleau-Ponty, Jean Paul Sartre, Michel Henry,
Max Scheler, entre otros. Al menos de manera indicativa vamos a repasar los
aspectos que ellos destacan.
Pero
nuestra atención aquí no se concentra sólo en justificar una cancelación de los aportes de Freud. Nuestro desafío es otro. La pregunta
que debe subyacer en nuestro estudio es:
- a) ¿De qué modo podemos reinterpretar fenomenológicamente el concepto de inconsciente, si prescindimos de las implicancias metafísicas hasta aquí señaladas?
- b) ¿Qué relación tiene entonces la fenomenología con sus resultados? ¿Existe en ella una convicción metafísica en último término?
- c) ¿Es plausible considerar que los alcances fenomenológicos que si bien provienen de un idealismo trascendental, tengan un carácter realista?
- d) ¿Cuáles son las reglas de juego de la fenomenología? Y con esto ¿de qué modo se nos hace posible advertir la estructura crítica de la fenomenología misma?
- e) ¿De qué modo la abstención metafísica es también una superación del escepticismo implícito en la modernidad?
- f) ¿Habrá en fenomenología algo semejante al “Inconsciente” o al menos que se sustraiga a la patencia fenomenológica, o ella sólo avanza en el campo de lo efectivamente manifiesto?
2) Respecto
del segundo eje:
Ciertamente
aquí nos estamos refiriendo a Jacques Lacan, y todo el estilo argumentativo que
podemos vincular con él, sobre todo en relación a los filósofos contemporáneos
que sostienen su campo. Por tanto aquí tenemos que recuperar las directrices
del pensamiento lacaniano, y trazar sus puntos de fuga prospectivamente y
retrospectivamente. Por lo pronto, señalo que para hacer una reconstrucción
retrospectiva habremos de observar a Lacan desde los ojos heideggerianos,
gadamerianos y sartreanos, si queremos dirimir su estructura de validez y
fundamento. Si alguien busca hacer una reconstrucción prospectiva, habrá de
revisar en qué medida los conceptos de inconsciente, repetición, transferencia
y pulsión son incorporados en vistas a la relación del hombre y el lenguaje en
sus descripciones o consideraciones interpretativas (Michel Foucault, Gilles Deleuze,
Slavoj Zizek, etc.). Pero, y por sobre estas dos dimensiones de fuga, la
revisión que el propio Lacan hace de Maurice Merleau-Ponty nos demarcará su
posición con la fenomenología de estilo más estricto.
En
tal contexto de estudios generales habremos de preguntarnos:
- a) ¿De qué modo la fenomenología husserliana puede tomar y contener la situación descriptiva lacaniana?
- b) ¿Qué niveles de la fenomenología se despliegan para dar cuenta de ella?
- c) ¿Podemos observar aporías hermenéuticas en las cuestiones lacanianas?
- d) ¿Podemos comprender al ser del hombre más allá de su ser “hablante”?
- e) ¿Podemos encontrar en tal campo un sustrato eidético material y formal para la vida humana, y la vocación del ser sí mismo? En este contexto, ¿qué es ese pretender ser sí mismo? ¿Sí mismo?
- f) ¿Frente a qué ‘Idea’ –habríamos de preguntarle a Lacan- lo normal es normal y no patológico?
- g) ¿Acaso no llegamos con todo esto, finalmente, a un relativismo nihilista?
- h) ¿En qué estructura se funda el relativismo? ¿En el escepticismo?
- i) ¿Cómo refuta Husserl el histórico escepticismo de Hume?
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3) Respecto
del tercer eje:
En
cuanto al tercer eje, el relativo a la Neurociencia, se comprenderá que
volvemos a la discusión paradigmática que plantea Brentano y Husserl, y que ya
habremos expuesto con anterioridad. Lo que aquí viene a interés es: ¿por qué
luego de tantas décadas volvemos al espiral metafísico y psicologista?
Ciertamente
la fenomenología tiene una gran responsabilidad al respecto. No ha sabido alimentar
de buena manera al siglo XX, por más que su descendencia haya sido tan prolífica.
Quizás justamente porque tal descendencia se abría paso con propósitos más
inclinados a la innovación y autopromoción que con los propósitos de un ‘funcionario
de la humanidad’. Por tanto, la disciplina fenomenológica fue progresivamente
atomizándose al dudar de su propio fundamento, e ir buscando regiones nuevas y
subversivas a la fenomenología histórica.
Por
otra parte, es recién ahora cuando se comienza a conocer la obra completa de
Husserl. Por tanto, muchísimas críticas y conocidas controversias se suscitaron
debido a la descontextualización de la obra publicada, y en total desconocimiento
de los diferentes artículos, clases y manuscritos de Husserl.
Ahora
bien, más allá de Husserl, es mi posición comprender que la fenomenología es
una disciplina en primera persona. Soy yo la que ha de constatar las
evidencias. Por tanto, mi acceder o no a un asunto es responsabilidad mía. Lo
descrito por el autor a veces es conducente a mi acceso, y otras tantas no.
Muchas veces en rechazo de ciertas descripciones me independizo del autor para
avanzar cuanto pueda yo. Y quizás sea en esas circunstancias -en pleno fervor
confrontacional- cuando mejor entienda al autor.
La
tarea de la fenomenología tiene dos características principales, es infinita y
pende de la exploración directa. Por tanto siempre se puede escribir de modo
renovado un mismo asunto, en el retorno de lo mismo en lo distinto, pero siempre
en vistas a la vivencia actual, presente, y posible. Dice Husserl en Ideas 1:
La fenomenología se presenta en
nuestra exposición como una ciencia incipiente.
Cuánto de los resultados de los análisis intentados aquí resultará definitivo,
sólo puede decirlo el futuro. Con seguridad que más de una cosa de las que
hemos descrito aquí habría que describirla sub
especie aeterni de otra manera. Pero a una cosa podemos y debemos aspirar,
a describir a cada paso fielmente lo que en realidad vemos desde nuestro punto
de vista y después del estudio más serio. Nuestro proceder es el de un viajero
que explora una parte desconocida del mundo, describiendo cuidadosamente lo que
se le presenta a lo largo de sus caminos no trillados y que no siempre serán
los más cortos. A tal viajero puede henchirle la segura conciencia de dar
expresión a lo que tenía que expresarse de acuerdo con el momento y las circunstancias,
lo cual, por ser fiel reproducción de lo visto, conservará por siempre su
valor, aunque nuevas exploraciones requerirán nuevas descripciones con
múltiples correcciones. Con semejante espíritu queremos ser en adelante un fiel
expositor de los hechos fenomenológicos, conservando por lo demás el habitus de una íntima libertad incluso
frente a nuestras propias descripciones.[2]
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Finalidad de la revisión crítica
Esta
revisión somera tiene por finalidad despertar en nosotros ciertas
consideraciones epistemológicas generales, que puedan servirnos de antesala
para contrastarlas con la motivación primigenia de la fenomenología y su método.
Mucho se
habla fuera y dentro de la fenomenología en torno al método. Los primeros con
desconfianza y los segundos con gran admiración hablan de la epojé fenomenológica –que ya conoceremos
más en detalle-, y de las distintas revisiones que Husserl mismo realizó en
torno a su proceder mediante distintas reducciones. Pero ¿por qué un método
semejante? ¿Qué hay allí implícito, en nuestra comprensión natural y cotidiana,
que hace extremadamente difícil el sitio filosófico y epistemológico de la
fenomenología?
Las
preguntas anteriores las iremos desarrollando poco a poco. Por ahora es
importante que sepamos que una de las grandes dificultades de estudiar
fenomenología y de comprenderla para su ejercicio, es encontrar de manera viviente la especial posición
de la actitud [Einstellung] fenomenológica,
que –por lo demás- no cuenta con la ayuda del lenguaje natural cotidiano y
mucho menos con nuestro ‘moderno’ modo de significarlo. Nuestra habitualidad
interpretante mucho tiene que decirnos en torno a los límites de nuestro pensar
cotidiano y científico. Pero no nos alarmemos por ahora, ya que ni bien
comencemos a contrastar tales situaciones de fundamento, constataremos esto que
indico aquí.
[1] De la versión original de 1901.
La versión castellana traducida por Gaos se divide en dos tomos. En el primero
se encuentran los Prolegómenos, la
introducción y las dos primeras investigaciones. En el segundo las restantes
investigaciones.
[2] Husserl, Ideas relativas a una fenomenología
pura y una filosofía fenomenológica.
Libro I. Traducción José Gaos. España: Fondo de Cultura Económica, 1993, p.
235. De ahora en más a esta obra me referiré con la abreviatura Ideas 1.
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