COMENTARIO A PARÁGRAFO 9

 
La conciencia de los apareceres de objetos inmanentes, es decir, la mirada fenomenológica para la cual se dona el oculto campo de constitución de la vivencia como objetividad inmanente
 
 
Verónica Arís
 
 
1.      La función estratégica del parágrafo 9
 
 
En el sumario al parágrafo 9 hemos titulado los distintos párrafos del siguiente modo:
 
P1: La tarea de diferenciar las direcciones de la descripción
 
P2: La dirección descriptiva hacia el objeto inmanente en sí mismo mediante juicios evidentes sobre él
 
P3: La dirección descriptiva hacia los modos en que son conscientes las diferencias en el “aparecer” del sonido inmanente y su contenido de duración
 
P4: La gradiente de distinción se acentúa en la cercanía al ahora
 
P5: La tarea de describir el fenómeno de la conciencia constituyente de tiempo
 
 
 
            ¿De qué nos habla entonces este parágrafo? ¿Qué es lo que Husserl nos quiere decir aquí? Como pista tenemos que estos parágrafos los hemos clasificado dentro del subtítulo: PREPARACIÓN EPISTEMOLÓGICA. ¿Cierto? Bueno, tal parece que aquí Husserl nos está explicando: de qué modo la fenomenología va a establecer su mirada para comenzar su investigación.
 
            Observemos. En el parágrafo 1 Husserl nos explicó que debemos atender al dato fenomenológico de la vivencia de tiempo, desconectando el tiempo objetivo. Entonces el tema de nuetsra investigación es la vivencia del tiempo, no el tiempo en sí. Hemos conversado esa diferencia en varias oportunidades. Si se acuerdan por ejemplo con el caso de la mesa. Yo puedo comprender la mesa, la unidad idéntica de la mesa, como polo ideal de significación. Pero lo que yo vivo es la vivencia de la mesa, y esa vivencia me presenta escorzos visuales, superficies táctiles, etc., de la mesa. Entonces el punto es entender que hay una correlatividad muy activa en esta vivencia de la mesa. Tengo como polo noemático la mesa, su identidad indiscutida. Pero al mismo tiempo, tengo la multiplicidad de los apareceres de la mesa. Es allí donde se hace la desconexión fenomenológica. La desconexión viene a permitir que esa multiplicidad aparezca en su, por decirlo así, tejemaneje. Entonces, aquí el dato fenomenológico serían los apareceres de la mesa, los escorzos mismos, y cómo ellos reclaman una serie de relaciones que permiten finalmente formar esa unidad indiscutible de la identidad mesa, que desde la actitud natural parece tan obvia, que ni nos damos cuenta de que ella proviene de una enorme elaboración. Y lo mismo podemos hacer con el tiempo. Tengo por un lado el polo noemático de la unidad idéntica de la cosa, y a su vez, tengo el polo noemático de su sucesión, por ejemplo, bajo la relación de una causa y un efecto. Pongamos un ejemplo. Tengo un pedazo de cera –tradicional ejemplo de Descartes. Entonces tengo como una especie de polo idéntico lo que miento de la cera en tanto cera. Pero decido calentarla. Entonces sigo mentando a la cera en tanto cera, pero ahora entiendo además que bajo la influencia del calor ella cambia de forma, aroma, temperatura, etc. La cera sigue siendo cera. Pero ahora la vivo en una secuencia coherente de transformación física. Lo que aquí sería el dato fenomenológico, entonces, no es la sucesión misma, la cual puede ser medida en tanto que tiempo objetivo. Aquí el dato fenomenológico será la vivencia de esa sucesión vivida. Esto es, cómo se urden los diferentes apareceres de la cera, que mutan constantemente, en un progreso unidireccional mediante la influencia constante de calor. Entonces, entiendo la identidad de la cera, entiendo la objetividad del cambio que ella sufre, pero vivencio sus diversos apareceres, al modo como vivencio los escorzos de la mesa. Entonces, es ahí, cuando descubro qué es lo que vivencio, donde se practica la epojé. ¿Para qué? Para descubrir los órdenes que configuran la unidad que es mentada y vivida. Haciendo epojé sobre el reconocimiento de la vivencia yo no me entero de los fragmentos empíricos de mi vivencia, sino de todas las relaciones lógicas que mi conciencia pone en marcha para establecer un desarrollo consciente coherente, temático, discursivo o sucesivo, etc.
 
Por su parte, en el parágrafo 7 Husserl nos fue preparando respecto del contexto teórico de su análisis, tomando en consideración las  posiciones precedentes que según él son las más relevantes. Sin embargo, nos ha indicado que se encuentran limitadas por no haber profundizado en los caracteres de acto. Para Husserl ha sido muy importante en esta época el distinguir entre contenidos y caracteres de acto. Pero ha visto que esas posiciones precedentes no han abordado la cuestión de los caracteres de acto luego de haberla distinguido. Y para Husserl, sobre todo hasta 1909, va a ser fundamental la función de los caracteres de acto en lo que refiere al análisis de la conciencia en general, y de la temporalidad inmanente en particular. En simple, para Husserl hasta 1909, todo lo urdido en la constitución de la vivencia corresponde a alguna relación, asociación, o función de los caracteres de acto. Por decirlo así, hasta 1909, los contenidos son mudos para Husserl, no tienen ellos mismos por sí mismos nada que aportar en la constitución de la vivencia. Es decir, los contenidos tienen para la labor fenomenológica hasta 1909 una función neutra. Por lo tanto, en el parágrafo 7, para Husserl es fundamental distinguir por un lado la captación de los momentos temporales y por otro los actos que duran y transcurren dándole forma al objeto duradero.
 
Y en el parágrafo 8 Husserl nos habló de los modos de aparecer, y aquí hemos vuelto a la importancia de lo que hemos mencionado a partir de los datos fenomenológicos. La cuestión clave es lo que se entiende por vivencia. Yo miento algo pero lo vivencio de un modo mucho más precario, y sin embargo, logro constituir la unidad mentada. En esos modos de aparecer que Husserl comienza a observar aquí, nos encontramos con una primera descripción casi natural de ese dato fenomenológico del tiempo. Entonces, hemos visto la metáfora referida a lo que después se llamará retención: ese estar empujado hacia el trasfondo. Una descripción así no es todavía una descripción fenomenológica. Es, por decirlo, un rayado de cancha de cómo es que la vivencia asoma su nariz. Lo primero que se observa es que tengo algo que se me representa como ahora, y que se renueva constantemente, y que los ahoras que quedaron obsoletos van dibujando una secuencia que se va escondiendo en el trasfondo, mientras que se distancian del actual o vigente ahora que se renueva una y otra vez inexorablemente. Lo interesante de esta descripción somera es que nos pone en el escenario fresco de cómo se ve de buenas a primeras una vivencia temporal. Sólo reconociendo esa “fenomenalidad” se podrá entonces inquirir en las relaciones noéticas que se encuentran a la base de su constitución.
 
            Entonces, ahora nos encontramos con un parágrafo que nos cuenta sobre el tipo de mirada fenomenológica que se va a desarrollar. ¿Se ve? Si tengo reconocido el dato fenomenológico (parágrafo 1), y si tengo ya una primera descripción como del “factum” fenomenológico (parágrafo 8), entonces puedo ponerme en marcha y comenzar a hacer un análisis. Pero antes de comenzar el análisis debo antes que nada definir mi modo de hacer el análisis, y esto significa: cómo voy a proceder y en vistas a qué voy a proceder. Veamos de nuevo los títulos de los párrafos del parágrafo 9:
 
P1: La tarea de diferenciar las direcciones de la descripción
 
P2: La dirección descriptiva hacia el objeto inmanente en sí mismo mediante juicios evidentes sobre él
 
P3: La dirección descriptiva hacia los modos en que son conscientes las diferencias en el “aparecer” del sonido inmanente y su contenido de duración
 
P4: La gradiente de distinción se acentúa en la cercanía al ahora
 
P5: La tarea de describir el fenómeno de la conciencia constituyente de tiempo
 
 
 
2.      Las direcciones del análisis
 
Aquí Husserl nos presenta dos direcciones de análisis. Veamos de qué se trata cada una.
 
Primera dirección:
 
Aquí Husserl se refiere a la primera descripción de un momento actual y presente. A ello él le llama juicio evidente. No es un juicio evidente en el sentido de que su validez sea independiente de la vivencia, sino que es evidente en la medida que es una descripción que se ajusta exactamente a la vivencia. Es decir, observando la vivencia misma, estos juicios son claros e indiscutibles.
 
            Entonces ahí tenemos los siguientes juicios o descripciones que Husserl da como ejemplo.
 
(i)                 Algo que está ahora durando.
(ii)               Cierta parte de su duración ha expirado.
(iii)             El punto de duración del sonido que se capta en el ahora se hunde constantemente en el pasado.
(iv)             Un punto de duración siempre nuevo llega al ahora o es ahora.
(v)               La duración transcurrida se aleja del punto actual de ahora.
(vi)             El punto de ahora siempre está lleno de uno u otro modo.
(vii)           La duración retrocede hacia un pasado siempre más y más lejano.
 
 
 
Comentemos un poco cada una, tratando de hacer el ejercicio de observación de cualquier cosa presente. Puede ser un tono, si se prefiere, para seguir con el ejemplo de Husserl. Pero si quiere, hágalo con otra cosa.
 
(i)                 Algo está ahora durando. Me concentro, observo algo en específico. Caliento el agua para hacerme un té. Presto atención al proceso de calentamiento, así como puedo prestar atención a cómo irrumpe un tono musical y luego se va silenciando progresivamente hasta que quede todo en silencio. Observo entonces cómo es ese ahora. Observo que siempre estoy ahora, siempre lo observo ahora, pero sus ahoras devienen.
 
(ii)               Cierta parte de su duración ha expirado. Sigo observando el ahora, mi observación como siempre ahora, y su devenir de ahoras. Observo que en el ahora actual los ahoras del estado “agua fría” han expirado, ya no son más. La unidad de sentido agua fría ya no es más, ya no es actual, ya no es ahora. De manera que junto con las cualidades de su estado de “agua fría” ciertos puntos temporales han quedado asociados y los reconozco como inactuales. Lo mismo con el tono musical. La brillantez del sonido del tono en toda su intensidad que hace unos segundos irrumpió en el silencio de la casa, ahora ya no es más, porque ahora sólo queda el progresivo silenciamiento de las cuerdas que poco a poco dejan de vibrar.
 
(iii)             El punto de duración del sonido que se capta en el ahora se hunde constantemente en el pasado. Observo que esas duraciones que han expirado se me escapan de mi atención, no las veo como veo los actuales momentos ahora que se renuevan constantemente. Lo que vivencio ahora es de una claridad y fuerza indiscutible, mientras que lo que dejó de ser ahora se ha esfumado, ha perdido toda claridad y fuerza, ya no es más, aunque todavía, de algún modo lo tengo presente, pienso en ello, o lo considero en alguna medida para comprender ese ahora que sí está vigente.
 
(iv)             Un punto de duración siempre nuevo llega al ahora o es ahora. Mientras observo ese especial hundimiento de lo recién sido, veo que de un modo casi espontáneo nuevos ahoras aparecen como ahora. Una y otra vez. El ahora que vivo se renueva constantemente. Siempre estoy ahora observando, pero a su vez en distintos ahora. Y los percibo como distintos porque el ahora que se me presenta siempre aparece como algo fresco, nuevo, cándido, original.
 
(v)               La duración transcurrida se aleja del punto actual de ahora. Entonces, en realidad, entre eso recién sido y el siempre renovado ahora, observo que se establece una secuencia, como si fuera una relación de distancias entre lo vigente y lo que ha expirado.
 
(vi)             El punto de ahora siempre está lleno de uno u otro modo. Lo que vivo como ahora, además de siempre ser fresco, nuevo, cándido y original, se me presenta como lleno de sentido, como algo que está en su máxima presencia, en su mayor cercanía. Si es la percepción del agua en su proceso de calentamiento, veo cuán real y decisivo es para hacerme un té, un asunto totalmente diferente a recordar cómo calenté el agua ayer cuando me hice otro té. Cierto es que también el recuerdo es en el ahora, y por tanto su presentarse es de algún modo lleno según sus posibilidades como carácter de acto o acto de aprehensión. Sin embargo aquí la cuestión es que desde el punto de vista de la percepción lo recién sido, que todavía no es un recuerdo, se haya vacío en contraste con el ahora que se está ejecutando. Y lo mismo pasa con el recuerdo. Al recordar también voy recorriendo la escena, y en ese recorrer hay momentos en los que atiendo a un aspecto, y otros que dejo de atender, pero que siguen ahí siendo parte de mi recorrido en el recuerdo pero de modo vacío. De ahí que Husserl diga aquí que el punto ahora de algún modo siempre está lleno. Es decir, sea en el carácter de acto que sea: percepción, recuerdo, fantasía, etc., el momento ahora es el que se me presenta con un material vivo, y por ejemplo, lo recién percibido, recién recordado, recién fantaseado, se me presentan de modo vacío, desteñidos de esa vitalidad determinante, llena de contenido.
 
(vii)           La duración retrocede hacia un pasado siempre más y más lejano. Finalmente el agua ha hervido, y vierto el agua en la taza. La duración del progreso del calentamiento del agua ya no es más. El agua ya está lista -y quizás demasiado lista porque el agua hervida no es la mejor para hacer un té o café, ya que quema la hoja (chiste para distender). Pero de cualquier modo, ese proceso cumplió su ciclo. Se ha cerrado, si se quiere. Y mientras tomo la taza, y veo cómo se tiñe con el té descubro cómo se va disipando el proceso de calentamiento del agua. Y se va alejando y alejando, mientras más contemplo el rojo furioso que penetra en el agua hasta colorearla toda.
 
 
 
Si nos fijamos entonces, los juicios evidentes son en realidad juicios formales que sirven para toda vivencia posible, sea la del té, la de escuchar el tono, la de recordar alguna duración, la de fantasear una duración, etc. Y su evidencia concierne a la justeza descriptiva que tiene esa formalidad para con la vivencia misma, es decir, cómo vivo yo la sucesión.
 
Pero debemos tener en claro que esta descripción, que se centra en el ahora, y que lo describe metafóricamente, es tan sólo un primer momento del trabajo fenomenológico, y quizás todavía no fenomenológico. Ciertamente no es un momento que refiera a la esfera trascendental. Todavía es, si se me permite decirlo así, una descripción psicológica. Con estas descripciones, con estos juicios evidentes, por muy evidentes, todavía están anclados en la consideración psicológica de la vivencia. Su pregunta por el cómo vivencio algo, en este caso la temporalidad, no es todavía cómo se constituye esa vivencia. Todavía estamos acariciando la temporalidad, y no penetrando en las capas de su ejecución con la libertad filosófica que el análisis trascendental demanda.
 
Una pista para reconocer si nuestras personales descripciones de vivencias son fenomenológicas o todavía psicológicas es observar cuán cerca estamos del núcleo noemático. En los juicios evidentes dados aquí por Husserl estamos en la puerta del noema. Estamos describiendo cómo es que se nos muestra el noema del ahora objetivo, pero que hemos recién desconectado.
 
            Ahora bien, si estamos en este nivel no hay que deprimirse. Mientras mejor sean nuestras distinciones en este nivel mayores herramientas tendremos para distinguir relaciones internas cuando pasemos a otro nivel. En ese otro nivel hay que tomar muchísimas decisiones, examinar muy detenidamente, porque la multiplicidad de lo sin nombre es como un tsunami. Así que mientras más claro sea el reconocimiento de cómo es la vivencia desde un nivel fenoménico-psicológico, mejor parados vamos a estar.
 
 
 
 
Segunda dirección:
 
Aquí Husserl nos habla de un segundo nivel. Considerando la descripción psicológica ya realizada hay que preguntarse: ¿de qué modo son “conscientes” todas estas diferencias que hemos advertido? Estas diferencias corresponden al modo de “aparecer” o al modo con el cual son también “conscientes”. ¿Y cómo es que son “conscientes” o “aparecen a la conciencia”?
           
Pensemos en el agua que estoy hirviendo para el té. Observemos esta duración objetiva en el modo como es vivida. La vivo una secuencia de ahoras en las que el progreso del agua también iba mostrando diferencias de distinto orden. Mientras comenzó a calentarse el agua seguía tranquila y sólo cambiaba su temperatura. Pero ya hacia el final comenzaron a salir pequeñas burbujas al punto que después las burbujas eran tan grandes y tan prolíficas, que no podía percibir agua quieta. En todo ese proceso, yo me he dado cuenta de las vigencias y las pérdidas de vigencia en mi vivencia del proceso del calentamiento del agua. Y he observado la validez del ahora vigente, en contraste con los momentos ahora recién sidos. De allí que ha sido posible para mí realizar esos juicios evidentes. Pero, si luego me pregunto: ¿cómo es que ha sido posible para mí que tales juicios sean evidentes? ¿Cómo es que la vivencia misma se me ha presentado al modo en que esos juicios sean posibles? Si hemos de responder diremos que ciertamente no desde el punto de vista de mi actitud natural, en la que probablemente yo esté aburrida esperando el momento en que hierva el agua, sin percatarme en toda esta descripción psicológica de cómo es que el presente es vivido o es formado.
 
Entonces aquí hemos dado un pequeño salto. En alguna medida hemos descubierto una esfera nueva. La esfera de la inmanencia. Ya la vivencia particular no es cuestión para mí, ya no estoy involucrada con esto o aquello, ni con la impaciencia esperando a que hierva el agua. Estoy observando cómo se desarrolla mi vida consciente. Y en ese ver el desarrollo distingo que hay algo así como contenidos que funcionan como núcleos materiales de sentido, y actos que funcionan como fórmulas con las que se relacionan esos contenidos. Hay algo así como un contenido ahora, y algo así como actos en ejecución ahora. Hay algo así como contenidos que se han alejado hacia el trasfondo, y hay algo así como actos que o bien han dejado de funcionar, o bien funcionan con nuevos contenidos.
 
En esa doble dimensión entre contenidos inmanentes y actos inmanentes, Husserl observa las funciones que los cruzan. Así explica que a lo que efectivamente se está viviendo en el ahora le llamamos percepción, o que ha sido consciente mediante la percepción. La percepción ese ese acto de aprehensión que me dona el objeto percibido en el aquí y ahora, en carne y hueso, como dado él mismo. Asimismo, explica que el modo con el cual ha sido consciente el trecho transcurrido es mediante la retención. Este modo en el que son conscientes estos trechos transcurridos tiene una claridad, dice Husserl, decreciente, es decir, que progresivamente se va destiñendo, oscureciendo o hundiendo en el pasado.
 
Pero, ciertamente, la pregunta de Husserl va más allá. La pregunta versa sobre el tipo de mirada que hace posible que esta esfera de la inmanencia venga a la presencia, se haga presente, se haga visible, sea donada. Y con ello, además, se une la pregunta de una fenomenológica descripción acerca de eso que se muestra
 
 
 
 
3.      Aspectos que sugiere el parágrafo 9 al final
 
Hasta aquí, claro está, que sólo hemos observado el campo psicológico. En la primera dirección, tenemos el campo psicológico casi empírico, y en la segunda dirección una suave entrada a la esfera de la inmanencia, pero todavía es una descripción psicológica.
 
Con este libro lo que haremos en realidad es pasar de una primera descripción psicológica a una descripción psicológica fenomenológica con cierta tendencia trascendental, pero todavía inestable. Estas distinciones ustedes las pueden revisar en el texto de la Enciclopedia Britántica. Allí tenemos la diferenciación entre psicología empírica, psicología fenomenológica y fenomenología trascendental.
 
Por ahora, prestemos atención al último párrafo del parágrafo 9. Lo primero que hace Husserl es proponernos una tarea -como si lo que hemos hecho hasta aquí fuera poco. La propuesta es investigar con mayor detalle eso que ya hemos descrito de modo psicológico. Esa investigación con mayor detalle nos permitirá entonces inquirir en eso que es la consciencia constituyente de tiempo. Porque, por mucho que hayamos hablado del ese ahora que siempre se renueva, y esos transcursos de lo recién sido que se hunden en el trasfondo, todavía no hemos investigado cómo es que ello sea posible. Entonces la pregunta es: ¿cómo es posible esa conciencia en que se constituyen los objetos temporales con sus determinaciones temporales?
 
Para llevar a cabo esa investigación entonces debemos repasar lo que hemos descubierto hasta aquí: una cosa es el objeto que dura, por ejemplo, el agua que pongo a calentar y que de fría pasa a hervida. Otra cosa es el objeto en el cómo de su aparecer, esto es, las distintas percepciones ahora en las que he ido viviendo el progreso del calentamiento del agua. Teniendo claro estos dos asuntos: el objeto en su duración como noema, y el objeto en el cómo de su aparecer, esto es, como momentos efectivamente vividos, podemos entonces avanzar. ¿Y por qué? Porque debemos saber dónde trabajar. No podemos trabajar en el objeto que dura, como noema cerrado. Si quiero hacer una investigación semejante debo estar en el plano empírico, es decir, en la pregunta por que cómo el calor hace sus efectos en el agua y la lleva a hervir a 100°C. Entonces, distinguiendo entre ambos, tenemos claro que nuestro asunto es el objeto en el cómo de su aparecer, nuevamente, en los modos del aparecer que hemos visto en el parágrafo 8 y en consideración del dato fenomenológico señalado en el parágrafo 1. Así, la pregunta relevante para demarcar nuestro campo de trabajo es: ¿Qué es lo efectivamente vivido? Y es allí donde Husserl hace su aclaración final:
 
 La <conciencia>, la <vivencia> se refiere a su objeto por medio de un aparecer, en el cual se ofrece justo el <objeto en el cómo> [Objekt im Wie].
 
 
 
¡Hasta la próxima!
 
Con cariño,
 
Verónica Arís
 


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