COMENTARIO A PARÁGRAFO 1 (primera parte)

 
La importancia de la exigencia de la purificación de cualquier interés metafísico para traer a donación fenomenológica la temporalidad inmanente
 
Verónica Arís
 
A los dos primeros parágrafos leídos les he asignado como criterio de lectura “Propósito o definición de principios de la fenomenología”. La razón de ello es que en ambos parágrafos Husserl presenta las líneas generales que definen el propósito mismo de sus análisis. Por un lado, la suspensión del tiempo objetivo con el fin de abrir el campo de indagación (§1), y por otro, la pregunta por el origen del tiempo (§2), donde especifica el interés fenomenológico general.
Como podemos ver en el parágrafo 1, los estudios sobre la conciencia del tiempo inmanente de Husserl no conciernen al tiempo objetivo entendido tradicionalmente, ni conciernen a ningún tipo de acercamiento empírico sobre el tiempo, sea “el tiempo de los objetos” sea “el tiempo del sujeto”. Y se puede decir que la fenomenología no tiene nada que hacer con ellos debido a la radical independencia con que asume su “posición” epistemológica en contraste con cualquier posición metafísica. Como repaso podemos decir que la posición metafísica así como la entiende Husserl es aquella mediante la cual el investigador afirma la existencia o no existencia de algo con su correspondiente tesis de certeza.
Ahora bien, que la fenomenología no tenga nada que ver con posiciones metafísicas de cualquier índole (sean de lo trascendente como de lo inmanente), no significa que ella rechace la realidad o la existencia de las objetividades, tampoco las causas materiales que con ella se desarrollan. Tener en cuenta un rechazo semejante cuando se defiende la posición fenomenológica es, de alguna manera, persistir en la discusión de interés metafísico. Y lo que en realidad tenemos que hacer cuando buscamos acceder al estudio de un autor como Husserl, con el fin de obtener el punto fuente o el origen nutricio de su pensamiento, es superar cualquier posición metafísica mediante la institución de una cuasi-posición que se encuentre libre de tal interés. Tal es la posición fenomenológica.
Por lo tanto, si tenemos que definir la fenomenología en contraste con la metafísica moderna, tenemos que señalar que la fenomenología se encuentra radicalmente desinteresada de cualquier consideración metafísica. Como hemos señalado, la posición fenomenológica no está ni en contra ni a favor de ella. No se posiciona ni antes ni después de ella. En cambio, en fenomenología hay una práctica rigurosa de dejar fuera de juego ese interés metafísico, y consecuentemente, las descripciones fenomenológicas van apareciendo y creciendo a partir de su propia posibilidad como análisis intencional (ya vamos a ver en qué consiste el “análisis intencional”). Así, la predicación de existencia de las descripciones fenomenológicas, si las hay, son sólo admitidas en un sentido fenomenológico, lo que equivale a decir, cuando la imposibilidad de una ley es inconcebible.
Como ilustración de lo que hemos dicho hasta aquí, podemos ver el siguiente pasaje del Textos Suplementarios N°12, el cual fue escrito entre 1893 y 1901 aproximadamente:
“(…) all reality lies in the indivisible now-point, that in phenomenology everything ought to be reduced to this point –these are sheer fictions and lead to absurdities. In phenomenology we do not have to do with objective time but with the data of adequate perception. This requires us to consider perceptions, with their appearing now, past, and future, as given.”[1]
 
Aquí podemos ver cómo Husserl se refiere al tiempo objetivo como realidad metafísica y al punto-ahora como un contenido material metafísico, el cual aunque fuera  considerado pequeñamente como un átomo no sería incumbencia fenomenológica. Lo que es de incumbencia fenomenológica es el dato absoluto propio de la percepción adecuada.
  
 
a)                 Suspensión de todo interés metafísico
 
Para ser más precisos, vamos a hacer la distinción del dato metafísico y el dato fenomenológico.
            El dato metafísico es el dato cuyo interés es afirmar la existencia de cada objeto, incluyendo el tiempo objetivo. También puede ser un dato metafísico la subjetividad en la medida en que afirma su propia existencia, y que para la teoría del conocimiento puede tomar lugar como el origen metafísico de todo conocimiento posible.
Sin embargo, para la fenomenología, el análisis crítico de la legitimidad del conocimiento no se funda meramente en la vida subjetiva de conciencia mediante un acercamiento psicológico constructivo, fundando sus consideraciones meramente en el hecho de que todo conocimiento es causado por un acto psíquico, incluyendo así también la fundación de la experiencia al modo de un producto de nuestros actos psíquicos (sea de un modo particular-subjetivista, sea de un modo que busque mayores generalidades subjetivas).
Por el contrario, la posición crítica de la fenomenología tiene en vistas la correlación entre lo que es dado en la vivencia como sensación primaria y el cómo la vivencia, en tanto constituida como conciencia-de, es. Aquí tenemos que notar que el término “sensación primaria” no se refiere a un dato metafísico. Para la fenomenología, la sensación primaria son los más simples momentos funcionales que aparecen aperceptivamente, los cuales están en juego en la constitución de la vivencia.
Husserl señala explícitamente en las Lecturas de 1905:
“Just as the actual thing, the actual world, is not a phenomenological datum, neither is world time, the real time, the time of nature in the sense of natural science and even in the sense of psychology as the natural science of the psychic.”[2]
 
Frente a este pasaje podemos preguntarnos: ¿Por qué Husserl señala esto? Y nosotros podemos responder: porque todo ello refiere a trascendencias, y la cuestión en fenomenología no es trabajar directamente “con” las trascendencias, sino indagar cómo cualquier trascendencia posible ha llegado a ser.
En este sentido, podemos leer este otro pasaje:
“Objective space, objective time, and with them the objective world of actual things and events –these are all transcendencies.”[3]
 
Y concordantemente:
“(…) just as one emphatically does not ask [in the phenomenology of space] about what is “originally spatial,” (…), so one does not ask [in the phenomenology of time] about “the original” from which the “intuition” of objective “time” arises.”[4]
 
            Por lo tanto, los límites de la investigación fenomenológica están negativamente establecidos:  
“One cannot discover the least thing about objective time through phenomenological analysis.”[5]
 
Aquí tenemos que entender “the least thing about objective time” como el origen del tiempo objetivo mediante un acercamiento metafisico.
            Así, la fenomenología deja fuera de su marco de interés asuntos como los siguientes:
“(…) how the time that is posited as objective in an episode of time-consciousness is related to actual objective time, whether the estimations of temporal intervals correspond to the objectively real temporal intervals or how they deviate from them.”[6]
 
Y deja fuera de juego además preguntas acerca de:
“(…) the ordering of a perceptual act in relation to the content and object in perception, the ordering of the memorial experience and what is remembered, and so on.”[7]
 
Husserl es enfático:
           “these are not tasks for phenomenology.”[8]
 
 
b)         Los límites del análisis fenomenológico
 
El suelo de este radical desinterés en cualquier acercamiento metafísico, sea trascendente o inmanente, refiere en último término a la irreductibilidad de la objetividad. El razonamiento de Husserl en el primer parágrafo de las Lecturas de 1905 es el siguiente:
 
(i)               De acuerdo a la fenomenología, el contenido experienciado es “objetivado”.[9]
(ii)             Desde la perspectiva fenomenológica, el objeto vivido como individuo está constituido en el modo de la aprehensión desde la materia del contenido experienciado.[10]
(iii)           Sin embargo, contra cualquier reduccionismo, para la fenomenología el objeto no es meramente la suma o combinación de estos “contenidos”, los cuales no entran en consideración para nada.[11]
(iv)            Por el contrario, para la fenomenología el objeto es más que un contenido y en cierto sentido otra cosa que contenido.[12]
(v)              La abierta posición epistemológica de la fenomenología se demarca aquí en este punto. Tenemos, por una parte, que la objetividad es gobernada por leyes empíricas,[13] las cuales no son un mero producto psicológico. Las cosas suceden y nuestra experiencia de ellas parece guardar una relación de participación cognoscente más que de entero control y gobierno de esas leyes. Yo vivo en un mundo que me sorprende, resiste, me motiva, etc., con un rasgo de alteridad que no puedo pasar por alto mediante consideraciones inmanentistas y solipsistas. No obstante, los contenidos primarios, por otra parte, son de alguna manera constituidos por la conciencia mediante los caracteres de aprehensión y las leyes que pertenecen a la esencia de esos caracteres.[14]
(vi)             Por lo tanto, (retomando la última oración del primer parágrafo):
“(…) to grasp this fully and to render it clearly intelligible is precisely the task of the phenomenology of knowledge.”[15]
 
¡Hasta la próxima!
 
Con cariño,
 
Verónica Arís



[1] N°12. English translation p. 174; Hua X, p. 169.
[2]  §1, English translation pp. 4-5; Hua X, p. 4.
[3]  §1, English translation p. 6; Hua X, p. 6.
[4] N°19, English translation p. 194; Hua X, p. 188.
[5]  §1, English translation p. 6; Hua X, p. 6.
[6] §1, English translation p. 4; Hua X, p. 4.
[7] N°19, English translation p. 193; Hua X, p. 187.
[8]  §1, English translation p. 4; Hua X, p. 4.
[9] §1, English translation p. 8; Hua X, p. 8.
[10] Loc. cit.
[11] Loc. cit.
[12] Loc. cit.
[13] Loc. cit.
[14] Loc. cit.
[15] Loc. cit.


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