CLASE 03

Lectura guiada del Compendio del Psicoanálisis, 1938 (1940) de Sigmund Freud


Verónica Arís Zlatar
vero.aris@gmail.com
 
Estimados alumnos,

Como lo indicamos en la clase anterior, a continuación vamos a revisar en sentido epistemológico los pasajes seleccionados del Compendio del Psicoanálisis, 1938 (1940) de Sigmund Freud, y que pueden encontrar en la carpeta “Inconsciente” y “Freud” en la columna derecha del blog.

El sentido final de esta clase es hacer un ejercicio de observación de la estructura argumentativa y la disposición de creencias paradigmáticas para la construcción del conocimiento psicológico en Freud, a partir del concepto de “Inconsciente”. Por consiguiente, no se intenta aquí desarrollar una investigación exhaustiva sobre Freud –que ciertamente será necesaria en otro lugar-, sino simplemente notar los límites con los que se establece un conocimiento científico en torno a la psique y de qué modo estos límites a su vez provienen y modelan una específica manera de “ver” psicológica, cuya accesibilidad e inaccesibilidad a su objeto se haya preindicada en su propia trama de juego lógica-epistemológica.

De un modo muy simplificado, podríamos decir que toda teoría (ciencia) es un sistema unitario de investigaciones, coordinadas según un interés teorético en cierto tipo de leyes implicadas en su objeto.

Pero esta implicación tiene una doble naturaleza. Por un lado, las leyes normativas que la estructuran de un modo formal coherente, y por otro, la intención que destaca ciertas unidades identificables del objeto y las relaciona con otras identificadas de esta manera, configurando un sistema clasificatorio especial, que determina asimismo un tipo o estilo de consistencia o adecuación ontológica (para el cual los juicios que uno pueda sostener puedan ser reconocidos según sus niveles de certeza).

De manera que, este sistema clasificatorio se establece como una trama de juego, la cual prescribe:

(1) sus propias reglas de institución sistémica, a través de la cual se establece una típica cognoscitiva con la que se alcanza una y otra vez un determinado resultado por medio de su método científico (deductivo o inductivo),

(2) sus propias reglas de verificación, como condición especial (in specie) según lo que la teoría en particular ha definido como donación de su objeto (o mostración suficiente), y con la cual se consigue, por ejemplo, la corroboración de un diagnóstico.

Ahora bien, volviendo a nuestro propósito, para poder realizar este ejercicio de esclarecimiento epistemológico de los inicios del psicoanálisis a partir del concepto de “Inconsciente” en Freud, vamos a necesitar estar atentos a varios respectos implícitos en su sistema teorético.

Será preciso advertir:
A-                El tipo de mostración de su objeto.
B-                La amplitud del campo en la que se enmarcan sus leyes,
C-                El nivel ontológico al que corresponde su campo.
D-               Sus fuentes de creencia y sujeción.
E-                Sus posibilidades de validación más allá de sí.

 
Lectura guiada del texto

Vamos a comenzar con una estructura general de los pasajes, y luego iremos ordenando estos respectos señalados (A-E).


Preliminar:

El texto comienza declarando su espíritu científico. Primero enuncia su tarea metódica: “reunir los principios y confirmarlos”. Esto corresponde a una tarea de esclarecimiento de la estructura teorética del psicoanálisis, su sistema coherente de leyes que hemos anunciado anteriormente. Por lo tanto, el texto nos dará cuenta del esqueleto primordial del psicoanálisis, y su consistencia ontológica.

En segundo lugar, nos anuncia el propósito espiritual de la tarea: “No busca ni promover credulidad ni despertar convicción”. Por una parte tenemos que, en la medida que los alcances del psicoanálisis provienen de innumerables observaciones, no son mera ocurrencia imaginaria. Y por otra parte, estos alcances sólo podrán ser juzgados por quien los haya experimentado de alguna manera. Esto quiere decir, que la unidad lógica de dicha teoría exige una presencia empírica de los asuntos indicados respecto del comportamiento humano.

 
Parte 1, capítulo 1:

Se plantea para la psique dos nociones, y no dos asuntos -por ejemplo-, de manera que estamos aquí mirando el texto desde la unidad teorética que propone el psicoanálisis para una discusión epistemológica. Estas dos nociones son: la espacialidad concreta donde se realiza eso que llamamos psiquismo (sistema nervioso), y la vitalidad dinámica que la caracteriza (los actos). Ahora bien, ambos son dados de modo diferente. Los actos son admitidos como inmediatos respecto del sujeto cognoscente, mientras que la procedencia concreta de estos actos todavía es ambigua, y se desconoce en qué medida el sistema nervioso y los actos se relacionan entre sí.

Sin embargo, se apunta algo muy importante aquí: que no se incrementaría mucho el conocimiento con este esclarecimiento, dejando ver que la naturaleza lógica de los actos no depende de la naturaleza fisiológica por más que una y la otra sean inseparables. Ciertamente en esto concordaría expresamente con Husserl, y nos permite evaluar en qué medida la neurociencia hoy puede desmentir o no estas consideraciones.

Ahora bien, la localización espacial concreta y la actividad psíquica son aquí suelos de fundación. Veamos:

Podríamos decir que hay un sustrato genético (o de su origen) de la actividad psíquica, el ello, y que es asociado a su localización, de manera que se connota una naturalidad primitiva o arcaica mediante la procedencia fisiológica. Cabe aquí todo lo heredado, lo congénitamente dado, los instintos, etc. Es decir, todos aquellos movimientos del alma que se sustraen de toda mediación cultural-histórica. Esto, sin lugar a dudas, demarca una posición antropológica clave para el psicoanálisis. Por otra parte, habría que ver hoy con los estudios del genoma, qué tipo de información pueda ser heredada, y en tal caso esta condición primitiva o arcaica ya no podría considerarse carente de información habitual.

Asimismo, podríamos decir que hay un sustrato epi-genético[1] de la actividad psíquica, esto es: el yo; ámbito en el que lo primitivamente dado se transforma según la influencia del “medio externo”: el mundo. Esclareceré estas comillas más adelante.

 
Parte 1, capítulo 4:

Freud admite como hecho empírico que aquel aparato y aquellas energías (las explicadas en capítulo 2 y 3) constituyen el fundamento de las funciones que denominamos nuestra vida anímica. Con esta afirmación se tiene que:

(i)                            el psicoanálisis como psicología empírica se funda en hechos.
(ii)                          Que la vida anímica es un hecho.
(iii)                        Que lo que constituye el fundamento de esta vida anímica también es un hecho.
(iv)                        Lo que constituye la vida anímica es su aparto y esas energías.
(v)                          "Por lo tanto", aparato y energías son también hechos.

Destaco esto según los enunciados explícits e implícitos del texto, y aunque parezca exagerado, porque el sentido "inductivo" de esta ciencia empírica debe ser evaluado. En primer lugar, ¿corresponden todos estos “hechos” al mismo tipo?

Podemos entender estos "hechos" de diversas maneras. Por ejemplo, podemos entender que todas estas afirmaciones asumen su condición de “hecho” porque  se subsumen a la naturaleza primitiva de la procedencia genética del ello, que en última instancia es fisiológica. O bien, podemos entender su condición de "hecho", porque la vida psíquica consciente es observable con inmediatez “analítica” por un tipo de autopercepción o percepción interna –lo cual nos llevaría a la estructura epistemológica de Brentano-, cuya causalidad debe admitirse aunque presuntivamente en su caracter real. Y advierto aquí “analítica”, en la medida en que sería el factum de la autoconciencia –o si se quiere el cogito cartesiano- propiamente el efectivo "hecho", y toda otra descripción tan sólo consecuencia de un análisis minucioso de dicho factum.

Ambas consideraciones de “hecho” son complicadas. Veamos:
 
La primera, porque su carácter fáctico es algo presumido a fortiori, ya que no sabemos exactamente a qué aspecto de la fisiología corresponde cierto tipo de lapsus –por ejemplo-, pero ha de tener su fundamento en el órgano corporal -como se ve claramente en la descomposición de las proposiciones de más arriba.
 
La segunda, porque su inductividad es sólo en un primer momento (cogito ergo sum), y la naturaleza de la estructura teórica corresponde a un trabajo analítico deductivo. Como veremos próximamente, Brentano asume la dificultad de esta cuestión, y establece una nueva relación entre inducción y deducción para su psicología empírica (1874).

A esta segunda acepción Freud se remite en el párrafo siguiente, cuando habla de su calidad como “singular fenómeno, hecho refractario a toda explicación”. Sin embargo, contraargumenta que restringirse simplemente a lo que se manifiesta conscientemente no asume a tal fenomenalidad en una complejidad cerrada más amplia de estratos no conscientes, es decir, como una totalidad cuyas partes preponderantes para su génesis se ocultan de la manifestación consciente.


Aquí hemos de destacar lo siguiente. La impugnación respecto de las posiciones filosóficas fenomenalistas no asumen una cuestión primordial para la indagación de la conciencia: su sistema. En este sentido, la metafísica de la clasificación de actos como percepciones, sentimientos, actos cogitativos, y volitivos, no resuelve el conflicto implícito de la vida psíquica, o los movimientos afectivos que se encuentran en contraposición. Por tanto el argumento aquí va en discusión con la psicología filosófica precedente al siglo XX.

Husserl desde un punto de vista estructural no estará lejos de tal consideración. Ahora, si bien Husserl lo hará de otra manera -libre de posiciones metafísicas, representacionalistas, logicistas y psicologistas-, es clave para la comprensión de la conciencia del siglo XX la consideración de conceptos como: sistema, colección, totalidad, y unidad.

Volviendo a Freud. Este contraargumento -con las notas fisiologicistas que lo caracterizan- tiene consecuencias epistemológicas para Freud:
 
(i)                            en tanto que todo proceso psíquico, consciente o no, tiene de sustrato el campo fisiológico, Freud decide abstraer la cualidad de la conciencia, y por tanto investigar el inconsciente.
 
(ii)                          La decisión por el estudio del inconsciente lleva a instaurar a la psicología como ciencia natural, empírica.
 
(iii)                        Por lo tanto su comportamiento inductivo se asemeja a las otras ciencias naturales.

 
El sistema epistemológico del psicoanálisis tiene los siguientes límites:
 
Aporía 1: Las observaciones psicoanalíticas se realizan por medio del “mismo” aparato perceptivo que se estudia. Habremos de preguntarnos con esto: (i) ¿cuál es el mismo de ese mismo? ¿Se trata de un círculo vicioso o virtuoso? Y (ii) ¿qué hay de ese mismo que se encuentra en posición de advertir la "a-normalidad" del otro?
 
Aporía 2: Mediante el lenguaje se traduce lo omitido por la conciencia (sus “lagunas”), elaborando de este modo una serie complementaria consciente.

Todo esto lleva a que el psicoanálisis asuma sus consideraciones como “modelos explicativos”. Los modelos explicativos son hipótesis complejas de la causa de un fenómeno. Es decir, es un bosquejo tentativo con el cual se dan razones de “por qué” algo ha llegado a ser de esta manera. Indagando el “por qué” se buscan las relaciones necesarias y suficientes para que algo suceda, de manera que podamos transferir a un sin número de casos tal tipo de fenómeno como consecuencia.

Ahora bien, el sustento de este modelo explicativo estará dado por los dos motivos que vimos en un comienzo: la coherencia lógica que la propia explicación teorética propine para el caso, y los sistemas de verificación luego de la intervención en el paciente, lo cual podría acreditar que aquello que se ha admitido como causa sea efectivamente la causa de aquello que es, es decir, su adecuación ontológica.

Sin embargo, cabe preguntarse si el efectivo origen de un padecer o de un desorden consciente procede de una mera ocultación, para lo cual su floración como metáfora en el lenguaje repara su pertinencia, o bien de una alteración nerviosa, para la cual su intervención química con fármacos se hace necesaria. O si más allá de estas concomitancias, el efectivo origen de un padecer exige la indagación filosófica acerca del hombre en cuanto hombre, y por tanto del conocimiento de aquello que compete a su vocación humana.

 
VAZ
vero.aris@gmail.com





[1] En algún sentido, cabe notar aquí cómo los avances de la biogenética han ido tomando la estructura psicoanalítica de fundación, lo que hace posible que podamos hacer esta homologación terminológica.


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