CLASE 01
INTRODUCCIÓN
La pregunta por el sentido de la recuperación de las
categorías generales de la vivencia en tanto vivencia para el diagnóstico
clínico
Antes de comenzar
con nuestros estudios fenomenológicos, de los cuales esperamos que sean
nutricios para el diagnóstico clínico, es preciso que observemos cuál es el
suelo paradigmático que sostiene nuestro trabajo hasta hoy. Es decir, ¿qué
notas conceptuales forman parte de las leyes regulativas a partir de las cuales
orientamos nuestro mirar y proceder clínico?
Resolver esta
pregunta es quizás el gesto fenomenológico más importante. Uno de los primeros
ejercicios que el practicante de la fenomenología debe encarar es reconocer las
líneas generales de las típicas interpretantes que lo motivan en su
investigación natural, con el fin de tenerlas a la vista de manera clara y
distinta para una posterior evaluación crítica[1] que
ofrecerá la apreciación fenomenológica.
Ciertamente, mediante
esta evaluación encontraremos que muchas de las cuestiones fundantes de nuestra
observación psicológica habitual padecen alguna inestabilidad epistemológica. Con
tal que, será nuestra tarea poder re-fundarlas, sea a través de una
complementación descriptiva, sea a través de un volver a comenzar desde cero.
Pero como fuere el
caso, sea para complementar o re-edificar, es de gran importancia para el
auténtico ejercicio fenomenológico concretar una estricta apertura crítica, que
no pierda de vista las históricas razones que han dado lugar a lo que podría
parecernos parcial o completamente infundado a partir de esta nueva mirada. Se
ha de saber que la fenomenología, lejos de descartar posibilidades de
conocimiento de un modo tajante al estilo cartesiano, abre el horizonte de
fundación del mismo, permitiendo ordenar los respectos conceptuales en el campo
o ámbito de validez que les corresponde, debido a la observación de la
estructura del conocimiento posible de nuestra región científica.
En términos
fenomenológicos, nuestra tarea se centrará en primer lugar en redescubrir el
modo adecuado de la donación en sí misma de aquello que buscamos estudiar. En
nuestro caso, intentamos abrir nuestra mirada en torno a lo que sea ser
conciencia, y a la vez, acceder de un modo plausible a las motivaciones de la
conciencia del otro. Pero ¿cómo ha de ser posible que concretemos una adecuada posición para una adecuada donación del ser conciencia en
general, y del ser conciencia que accede a las motivaciones de otra conciencia?
Husserl para este respecto realiza lo que se conoce como epojé fenomenológica, junto a variadas reducciones fenomenológicas.
Debemos excluir toda posición trascendente de nuestras consideraciones
naturales. Sólo así abriremos el campo de lo mentable para tales asuntos, y
trazaremos las relaciones necesarias de la urdimbre de lo pensable en razón a
las cuestiones de validez cada vez más unánimes.
Por tal motivo, puede que mucho de lo que se haya dicho en torno a la situación clínica no sea un ‘error’; sin embargo, no estamos hoy por hoy en posición para evaluar el nivel de validez que tienen tales alcances. Necesitamos hacer el ejercicio de reconocer aquellos otros alcances posibles en tal respecto, afinando la capacidad de donación en evidencia de lo que deba ser considerado. En consecuencia, hemos de comenzar por hacer una revisión fenomenológica.
Por tal motivo, puede que mucho de lo que se haya dicho en torno a la situación clínica no sea un ‘error’; sin embargo, no estamos hoy por hoy en posición para evaluar el nivel de validez que tienen tales alcances. Necesitamos hacer el ejercicio de reconocer aquellos otros alcances posibles en tal respecto, afinando la capacidad de donación en evidencia de lo que deba ser considerado. En consecuencia, hemos de comenzar por hacer una revisión fenomenológica.
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